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Músculos voluntarios

Mantienen unido el esqueleto (por eso se les conoce también como esqueléticos) con la ayuda de los tendones. Son los que le dan forma al cuerpo y lo ayudan con los movimientos diarios.
A los músculos voluntarios se les denomina también estriados, porque están conformados por fibras (células), que tienen franjas (estrías) horizontales que se pueden ver con un microscopio. Sus fibras, además, se caracterizan por ser estrechas, largas y agruparse por miles o cientos. Cada una mide desde 1 mm hasta 4 cm de largo y unas pocas milésimas de milímetro de ancho. Poseen todos los componentes normales de cualquier otra célula del cuerpo, pero presentan dos diferencias: una de ellas es que su número de mitocondrias (donde se produce la respiración celular) es mayor, porque estas deben suministrar la gran cantidad de energía que necesita el músculo, y la otra diferencia está en la existencia de miofibrillas, también en un número mucho mayor al normal (varios cientos).
Los músculos voluntarios (se les llama así porque podemos controlar sus movimientos) son los mayoritarios, ya que son 600 de los 650 músculos que hay en el cuerpo.
Son los que nos permiten realizar la función locomotora, en la que el sistema óseo es el componente pasivo (soporte), y los músculos, el activo, debido a que se contraen, generando el movimiento.
Como los músculos voluntarios están unidos al hueso se les ubica, principalmente, en las piernas, los brazos, el abdomen y el pecho.
Se caracterizan también porque se pueden contraer rápidamente y con fuerza, por eso se agotan con facilidad y deben descansar entre esfuerzos.

Músculos involuntarios

Están compuestos de células con forma de huso (angostas y alargadas) y de apariencia lisa (de ahí su otra denominación). Esto último porque carecen de estrías transversales, aunque muestran débiles estrías longitudinales.
Se caracterizan por su acción involuntaria (razón por la cual se denominan así), la que es activada por el sistema nervioso y las hormonas.
En la contracción misma, estos músculos funcionan de manera parecida a los esqueléticos, pero demoran más en contraerse. Además, los involuntarios pueden permanecer contraídos durante más tiempo, porque no se agotan fácilmente. Los músculos lisos se localizan en los órganos internos (de aquí que también se llamen “viscerales”) y en los grandes vasos sanguíneos. Así, las paredes del estómago y de los intestinos son ejemplos de estos músculos, ya que permiten descomponer los alimentos y moverlos a través del sistema digestivo.

Músculo cardíaco

Se encuentra en las paredes del corazón, permitiendo que se realicen las contracciones rítmicas y potentes que fuerzan a la sangre hacia el exterior de este órgano. Este músculo presenta características especiales, ya que se podría decir que su estructura es estriada, pero su contracción es involuntaria. Sin embargo, hay que hacer algunas precisiones en ambos aspectos. En el caso de la apariencia de las fibras que lo componen, si bien en sus células están presentes estriaciones longitudinales y transversales imperfectas, difieren del músculo esquelético o estriado, sobre todo en la posición central del núcleo celular (o de la fibra) y en la ramificación de las fibras. Además, las fibras musculares del corazón poseen mayor cantidad de mitocondrias, pues el corazón no debe dejar de funcionar.
En cuanto a las contracciones, hay una diferencia en el tráfico de señales nerviosas (entre el músculo y el sistema nervioso), ya que estas deben ser más continuadas que frecuentes (si fueran frecuentes el corazón podría agotarse y morir). Además, este músculo, a diferencia del estriado y del liso, requiere de uno a cinco segundos para volver a contraerse.

Otras clasificaciones musculares

Además de las diferencias de estructura entre los músculos, también se hacen distinciones de acuerdo con sus dimensiones, formas y lugar donde se ubiquen, entre otros aspectos. A continuación veremos otras maneras en que se clasifican los músculos.

Según sus dimensiones y formas, los músculos se clasifican en:

Largos: son extendidos y estrechos y de gran potencia. Estos, a su vez, pueden ser fusiformes o planos, según el diámetro transversal sea mayor en su parte media que en los extremos. Así, el bíceps es un músculo largo y fusiforme, mientras que el recto del abdomen es largo y aplanado.

Cortos: son aquellos que, independientemente de su forma, tienen muy poca longitud. Por ejemplo, los de la cabeza y cara.

Orbiculares: su forma puede ser más o menos circular y son los que rodean alguna estructura importante, como los de la boca y los de los párpados.

Anchos: son aquellos en los que todos sus diámetros tienen, aproximadamente, la misma longitud y generalmente, son aplanados y delgados. Un ejemplo es el dorsal ancho de la espalda.
Los músculos de las extremidades pueden realizar distintos movimientos, entre ellos, los de flexión o extensión, de rotación (pronación y supinación), de aproximación (aducción) o alejamiento (abducción).

Esto determina otra tipología de músculos, cuyas categorías son:

– Flexores: permiten la flexión de las extremidades (por ejemplo, doblar la pierna sobre el muslo o el brazo sobre el antebrazo).

– Extensores: permiten la extensión de las extremidades (ejemplo, estirar la pierna sobre el muslo).

– Pronadores: son los que hacen girar las extremidades (por ejemplo, las manos) hacia adentro.

– Supinadores: son los que permiten la inclinación de las extremidades hacia afuera.

– Abductores: son los que se encargan de alejar las extremidades del eje central del cuerpo. Un ejemplo es levantar un brazo a los lados.

– Aductores: estos acercan las extremidades hacia el eje central del cuerpo. Ejemplo: poner el codo a nivel del ombligo.

Como hemos visto, la mayor parte de los músculos están provistos de tendones, mediante los cuales suelen insertarse sobre los huesos. Según el tipo de inserción, es decir, si lo hacen mediante más de un extremo o cabeza, se dividen en bíceps (dos cabezas), tríceps (tres cabezas) y cuádriceps (cuatro cabezas). Dependiendo de si están formados por más de un cuerpo o vientre muscular, se dividen en digástricos y poligástricos (dos o más cuerpos, respectivamente). Si toman su inserción terminal por más de un extremo o cola, los músculos serán bicaudales, tricaudales o policaudales, según lo hagan por dos, tres o más extremos.

¿Sabías que?

– El músculo cardiáco late (en reposo) cerca de 70 veces por minuto.

– Para poder decir una palabra se utilizan los órganos de fonación y respiración, que mueven unos 70 músculos.

– El músculo más grande del cuerpo es el gluteus mayor y se ubica en el muslo, formando la nalga.

– El músculo corporal que se contrae más rápido es el orbicular de los párpados, ya que reacciona en menos de una centésima de segundo.

– Nuestros músculos representan cerca del 30% del peso de la mujer y 40% en el hombre.

Conversión de la energía

Para que los músculos trabajen necesitan la energía proveniente de los hidratos de carbono que ingerimos al comer (arroz, pan, cereales, etc.). Estos son almacenados -en períodos de baja intensidad- en el hígado o en los músculos, transformados en glucógeno. Cada vez que se realiza un esfuerzo, la sangre transporta glucógeno y oxígeno hasta los músculos que entrarán en acción. Juntos, estos elementos provocan una reacción llamada combustión, que libera un gas de desecho conocido como anhídrido carbónico. Cuando aumenta la actividad se necesita más energía y por ello, el corazón y los pulmones comienzan a trabajar con más intensidad. Cuando lo que falta es glucógeno, el músculo pierde fuerza, deja de reaccionar, se acumulan residuos tóxicos y surgen los calambres.

Profundos y superficiales

Según el lugar donde estén, podemos distinguir entre músculos superficiales o cutáneos y músculos profundos. Los primeros están inmediatamente por debajo de la piel (de la cara, cabeza y cuello).
La mayoría de los músculos profundos corresponden a los músculos esqueléticos, ya que se insertan sobre los huesos del esqueleto.
Otros profundos lo hacen en los órganos de los sentidos (por ejemplo, los que mueven los ojos) y otros están situados más internamente, relacionándose con órganos como la laringe o la lengua.

Tono muscular y flexibilidad

Un músculo saludable otorga buena movilidad al cuerpo; esta característica puede ser reconocida al encontrar en él flexibilidad y tono muscular. El tono muscular óptimo se reconoce cuando el músculo reacciona con potencia y rapidez frente a los estímulos, a partir de su tensión, firmeza y elasticidad. Por su parte, la flexibilidad consiste en la posibilidad de curvar los miembros del cuerpo, por medio del trabajo de articulaciones y músculos. Para ejercitarla actividades como el yoga y el pilates resultan buenas, ya que se estira o elonga el cuerpo y se realizan distintas posturas.


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