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INDICE

Datos biográficos

Calvino nació en Noyon, al norte de Francia, en 1509, con el nombre de Jean Cauvin. Era hijo del secretario del obispado de su ciudad y estudió humanismo en importantes colegios de París y luego leyes en la universidades de Orleáns y Brujas. Estudió literaturas clásicas y teología, pero no fue sacerdote. La lectura de unos sermones de Lutero lo conquistó a las nuevas ideas religiosas. Pero en vez de ser un seguidor cualquiera, concibió un sistema personal de teología, dentro del marco del protestantismo.

En 1553, como Francisco I empezase a perseguir a los reformados, huyó de París, y se refugió en Basilea (Suiza). Allí fue donde concluyó y publicó su célebre obra Sistema de la religión cristiana, dedicada a Francisco I.

El rasgo más importante y característico del calvinismo es su concepto extremado y rígido de la predestinación. Según él, desde la eternidad, desde antes de la creación del mundo, Dios eligió, por su gracia y amor, a un cierto número de sus criaturas para salvarse; nada, ni pecados repetidos, ni esfuerzos heroicos hacia la virtud, podrían jamás modificar esta voluntad divina. Calvino no admitía más que dos sacramentos: el bautismo y la comunión. Suprimía todas las ceremonias del culto, el altar, el crucifijo y toda jerarquía entre los sacerdotes -él decía los pastores o los ministros-, elegidos por los fieles y encargados de decir las oraciones y de predicar.

Poco después de publicar su obra Sobre la Clemencia, Calvino se convirtió al protestantismo, por lo cual tuvo que abandonar Francia.

Predestinación

Mientras que una parte de Alemania y otros Estados, como los reinos escandinavos, adoptaban la Reforma de Lutero, una reforma más radical se predicaba por el francés Juan Calvino, y se aplicaba por primera vez en Suiza, en Ginebra.

Instalado en Suiza, Calvino redactó su obra fundamental: Sistema de la religión cristiana. Este documento era un resumen de las ideas protestantes donde, entre otros temas, rechazó la interpretación de los sacramentos como eran entendidos por la fe católica y diseñó un plan de organización para la nueva creencia. Sin embargo, fue su propuesta de la predestinación la que resaltó en esta obra.

Calvino compartía con Lutero la idea de que el ser humano podía obtener la gracia por la fe, pero para el teólogo francés Dios ya había elegido desde antes de la creación del mundo a solo algunos hombres para salvarlos, mientras que los demás estaban irremediablemente condenados. Por lo tanto, nada que el hombre hiciera podía cambiar la voluntad divina.

Este humanista también redujo solo a dos los sacramentos: el bautismo y la comunión, la cual solo la aceptó en un sentido conmemorativo, y suprimió todos los ritos del culto, el crucifijo, el altar y las jerarquías entre los sacerdotes, a los cuales denominaba pastores o ministros y que eran laicos.

Calvino en Ginebra

De Basilea, Calvino fue llamado a Ginebra para enseñar allí teología. Tenía entonces veintiséis años y un carácter autoritario, áspero e inflexible. Trató de imponer sus creencias a los ginebrinos y reformar tanto sus costumbres como su culto. El teólogo se estableció entonces en Estrasburgo, donde se casó con la viuda Idelette de Bure, con quien tuvo un hijo, el que murió cuando era niño. Durante esos años, Calvino participó en varios concilios entre católicos y protestantes, donde conoció a Martín Lutero.

Los ginebrinos lo expulsaron al cabo de dos años. Pero los partidarios de sus doctrinas obtuvieron que fuese vuelto a llamar en 1541. Desde entonces fue el dueño de Ginebra, y reinó allí como un tirano. Duro consigo mismo, fue duro con los demás. Según él, era preciso procurar la salvación de los ginebrinos aunque estos se opusieran. Fue el verdadero amo y señor de la ciudad, tanto en el aspecto religioso como en lo económico y político. No vaciló en eliminar a sus opositores e impuso sus ideas religiosas de gran dureza. Vigilaba la vida privada de los ciudadanos, castigaba con multas a quien orara en latín, jugara a los dados o se riera durante un sermón y decidía la forma de vestirse y de adornarse o cubrirse la cabeza, entre otras prerrogativas. Vigilaba la vida privada de cada uno, reglamentaba la manera de vestir y de cubrirse o adornarse la cabeza, y condenaba con multas a los que oraban en latín, jugaban a los dados o reían en un sermón. Enviaba a la muerte a cualquier que le combatía o no participaba de sus creencias. El teólogo y médico español Miguel Servet, descubridor de la circulación de la sangre, que había publicado un libro donde negaba la divinidad de Cristo, fue preso en Ginebra y quemado vivo (1553).

Su legado

Bajo la dirección de Calvino, Ginebra llegó a ser la Roma del protestantismo. La Academia que Calvino creó allí, fue el gran seminario de donde salieron los misioneros de la nueva religión, animados de la más ardiente fe. De Ginebra, más bien que de Alemania, fue de donde se repartió el protestantismo en Francia, y después en los Países Bajos y Escocia.

Sin embargo, este teólogo también se preocupó de mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Creó hospitales, mandó a construir alcantarillados y se preocupó por darle atención especial a los pobres y enfermos, además de dar un impulso a la industria. Asimismo, promocionó la aplicación del francés en las iglesias y contribuyó a que este idioma se desarrollara y afianzara como una lengua moderna.

Sin embargo, su legado más destacado fueron sus escritos de catecismo y comentarios sobre la mayoría de los libros de la Biblia.

Su muerte

Desde 1550 Calvino se esforzó por ayudar a otros grupos protestantes que eran cercanos a sus ideas y por darle una coherencia a su propia doctrina. En 1559 se publicó la versión latina final de las Instituciones, la que un año más tarde sería editada en francés, donde consignaba sus diferencias teológicas con el luteranismo. Juan Calvino, que nunca gozó de buena salud, ya que padecía de asma y constantes catarros, murió el 27 de mayo de 1564, siendo enterrado en una sepultura anónima en Ginebra.

La condena a Servet

Uno de los episodios más tristes en la vida de Calvino fue la condena a muerte que impuso a Miguel Servet, un prestigioso teólogo y médico español. Servet había publicado un libro donde negaba la divinidad de Cristo porque no creía en la doctrina cristiana de la trinidad.

Sin embargo, lo que influyó más en Calvino para tomar su decisión fue el documento que elaboró Servet describiendo la circulación de la sangre en los hombres, tema que el humanista francés reprobaba de manera tajante. Es así como Servet, huyendo de la Inquisición católica, buscó refugio en Ginebra. Pero allí fue juzgado por Calvino y condenado a morir en la hoguera.