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Juana Enriqueta Josefina de los Sagrados Corazones Fernández Solar nació el 13 de julio de 1900 en Santiago. Desde pequeña, gozó de los privilegios de pertenecer a una familia acomodada y fue criada en la fe cristiana.

Estudió en el Colegio de las Teresianas, en el Colegio Sagrado Corazón de la Alameda y, posteriormente, en el internado del Sagrado Corazón de Maestranza. Alumna de destacado desempeño escolar, Fernández no solo adquirió una excelente formación académica, sino que también se acercó profundamente a la fe cristiana y desarrolló una incansable labor misionera. Ya a los 14 años, conmovida por la situación de pobreza en que se encontraba un niño de ocho años que pedía limosna en la calle, asumió su protección y se transformó, incluso, en su madrina de bautizo.

Durante ese mismo año, sintió el primer llamado para convertirse en monja carmelita.

La vida de la francesa Teresita del Niño Jesús y la de Santa Teresa de Ávila fueron su inspiración, por lo que, tras años de devoción y preparación, el 5 de septiembre de 1917, decidió por primera vez manifestar sus deseos de ingresar a la orden religiosa.

Su anhelo se vio realizado el 7 de mayo de 1919, cuando, finalmente, ingresó al Monasterio de las Carmelitas Descalzas, en la ciudad de Los Andes. Acompañada de su madre y de dos de sus hermanos, Juana Fernández no echó pie atrás en ningún momento a su decisión, cambiando su nombre al de Teresa de Jesús; el 14 de octubre, tomó el hábito  de religiosa, iniciando así su noviciado.

Su paso por El Carmelo estuvo lleno de sacrificios. Se autoimpuso el ayuno y, en ocasiones, mortificaba su cuerpo para alcanzar la santidad.

Sin embargo, su entrega religiosa alcanzó a durar tan solo once meses, ya que repentinamente enfermó de tifus. Su inminente muerte motivó su profesión como religiosa carmelita in articulo mortis. Falleció el 12 de abril de 1920, siendo sepultada en el cementerio del convento.

El camino de santidad que recorrió durante su vida pronto generó la admiración de algunos creyentes, que comenzaron a pedir su intercesión y a agradecerle favores. El 3 de abril de 1987, durante la visita que el papa Juan Pablo II realizó a nuestro país, fue beatificada y, el 21 de marzo de 1993, fue canonizada por el mismo pontífice, convirtiéndose en la primera
santa chilena.

¿Sabías que?

A los 6 años, Juana Fernández prometió rezar el ROSARIO todos los días y realizó su primera confesión.