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La segunda expedición realista que arribó a Chile fue comandada por Gabino Gaínza. Natural de Guipúzcoa, nació aproximadamente hacia 1760 y murió en México, también sin certeza respecto de la fecha, cerca de 1822.

Se sabe que a los 14 años de edad inició su carrera militar, la que lo trajo a América en 1780, y que poco tiempo después (1784) fue destinado al Perú, territorio convulsionado en esos momentos por la sublevación de Tupac Amaru.

Tras conocerse la noticia de la muerte del brigadier Antonio Pareja -quien encabezó la primera expedición realista a Chile- el Virrey Abascal le encargó el mando de una nueva fuerza militar.

A comienzos de 1820, sirvió como subinspector del ejército en Guatemala, donde -a pesar de su pasado realista- fue garante del proceso de independencia centroamericano.

Arribo a Chile

La segunda expedición destinada a recuperar el poder en Chile, zarpó desde Callo en enero de 1814 con apenas 800 hombres, los que se sumaron al ejército realista que ya estaba en el territorio.

Bajo la dirección de Gaínza, aquellas tropas se apoderaron de Talca el 3 de marzo. Este hecho provocó un cambio de gobierno en Chile, asumiendo Francisco de la Lastra como Director Supremo. Las fuerzas realistas triunfaron en Cancha Rayada el 29 de marzo.

También, combatieron en Quilo, Membrillar y Quechereguas, dominando los revolucionarios en las dos primeras. El tercer choque no tuvo un resultado definido.

El Tratado de Lircay

En mayo de ese mismo año, arribó a Chile el comodoro inglés James Hillyard, quien actuó como mediador entre las fuerzas en conflicto, llegándose a firmar el Tratado de Lircay, después desconocido por Abascal. Al llegar Mariano Osorio, se inició un proceso contra Gaínza por haber realizado tales negociaciones y fue remitido a Lima, donde permaneció encarcelado hasta la realización de un juicio militar (1816) del que salió libre, pero severamente reprendido.

A comienzos de 1820, Gaínza fue destinado como subinspector del ejército en Guatemala, donde debió enfrentarse con el gobernador y capitán general Carlos Urrutia, quien le negó el empleo debido a su edad.

A pesar de que había tenido un pasado realista, Gaínza aceptó garantizar el proceso de independencia centroamericano, debido a que México ya había proclamado su separación de la metrópoli, manifestándose en contra de las reformas que los liberales imponían en España a partir de 1821. Los territorios de aquella zona formaron una confederación que se unió a México y ello marcó el destino de Gaínza: el primer Emperador mexicano, Agustín de Iturbide, lo depuso de sus cargos políticos y lo obligó a residir en México, donde murió.