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Nació en Cuenca, España, en 1535, y murió en Madrid en 1609. Su padre fue Andrés Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, y su madre María Manrique. La nobleza de su familia era tal, que en ella se cantaban más de 30 títulos nobiliarios. El joven noble -conocido por su carácter dinámico e impulsivo- huyó del hogar paterno a los 17 años para participar en las campañas españolas en Italia. Fue así como se incorporó a la fuerza militar que partió hacia Córcega y también estuvo presente en el Sitio de Siena. Más tarde se unió, junto a sus hermanos, al ejército imperial que luchó contra los franceses en Renty, Bélgica.

En 1557, fue nombrado por su padre -quien ejercía como Virrey del Perú- en el cargo de Gobernador de Chile, el que detentó hasta 1561. Se trasladó a España y cumplió algunas misiones diplomáticas en Italia. Entre 1588 y 1593 retornó a América, esta vez investido como Virrey del Perú. De allí volvió a España, donde finalmente murió.

El hijo del Virrey

Cuando don Andrés Hurtado de Mendoza fue nombrado Virrey del Perú, García viajó junto a su padre, quien venía provisto de amplios poderes. Ambos veían en este hecho la oportunidad de que el joven pudiera continuar su carrera militar y administrativa. El 9 de enero de 1557 don Andrés nombró a su hijo como Gobernador de Chile.

Al momento de asumir, García tenía 21 años, edad que contrastaba con la de los antiguos conquistadores. Conforme a su calidad de noble, viajó acompañado por un numeroso grupo de asesores y soldados, entre ellos, Hernando de Santillán y Alonso de Ercilla. Asimismo, el joven García trajo consigo una guardia personal, innumerables implementos y 40 cabalgaduras para su uso. Su sueldo ascendía a 20.000 pesos.

Se impone a los viejos conquistadores

Deseoso de demostrar su valía personal, García Hurtado se abocó casi de inmediato a la guerra contra los mapuches, pero antes demostró que impondría su autoridad a como diera lugar. El 25 de abril de 1557 arribó a La Serena procedente del Perú, siendo cordialmente recibido por Francisco de Aguirre, uno de los personajes que había luchado por el cargo de Gobernador tras la muerte de Pedro de Valdivia.

El mismo día de su llegada, Hurtado ordenó que se le apresara y dos días después despachó una fuerza militar a Santiago con el propósito de hacer lo mismo con Francisco de Villagra. Más tarde -sin siquiera pasar por Santiago para recibirse en su cargo de Gobernador ante el Cabildo de la capital- se dirigió hacia el sur del territorio, iniciando de inmediato una campaña contra los naturales liderados por Caupolicán, a quien se derrotó en la Batalla de Millarapue y se condenó a morir empalado (1557).

Ciudades, fuertes y exploraciones

García Hurtado reconstruyó el fuerte de Tucapel, impulsó el tercer poblamiento de Concepción (1558), fundó las ciudades de Cañete y Osorno, y refundó la de Los Confines, con el nuevo nombre de Los Infantes (1559). Otra de las fundaciones realizadas bajo su mando fue la de la ciudad de Mendoza, en la región de Cuyo, que en esa época formaba parte de Chile.

A tal efecto despachó al capitán Pedro del Castillo, quien tras atravesar las cumbres andinas estableció la ciudad en 1561. En cuanto a la exploración y conocimiento geográfico del territorio, existen dos iniciativas dignas de mención: la primera de ellas fue la expedición de Juan Ladrillero al Estrecho de Magallanes; y la segunda, la que ordenó al Seno del Reloncaví. Junto a doscientos soldados, cruzó ríos, atravesó selvas impenetrables y creó senderos donde no existían, hasta llegar a su destino (1558).

Cae Padre… cae el hijo

Si bien Hurtado de Mendoza había obtenido algunos triunfos militares -como los de Lagunillas, Quiapo y Millarapue-, con los que creía estar finalizando la Guerra de Arauco, la realidad se encargaría de demostrar que ello no era más que una ilusión. Hurtado no cesaba de comunicar a su padre y a la Corte de sus éxitos militares, con los que -pensaba- estaba cimentando una brillante carrera. En enero de 1559 a don Andrés, el Virrey del Perú, le llegó confidencialmente la noticia de que Felipe II había decidido reemplazarlo por Diego de Acevedo.

La razón: la dureza con que ejercía el cargo. La desgracia política en que cayó el padre, también alcanzó al hijo. En la Corte nunca se vio con buenos ojos tanto el nombramiento de García por parte de su padre como el hecho de que el Gobernador fuera tan joven. También contribuyeron las cartas que algunos de los viejos conquistadores enviaron a España, especialmente las de Francisco de Villagra, quien hacía ver la gravedad de la guerra y la injusticia cometida en su contra. García Hurtado fue reemplazado por Villagra.

Nuevos cargos

En su juicio de residencia, se le comprobaron 196 de un total de 215 acusaciones, 130 de las cuales estaban referidas a manejos irregulares de los dineros de la Real Hacienda. Sin embargo, las influencias familiares lograron paralizar el proceso. Al llegar a España en 1562, el Rey lo nombró Embajador en Italia y posteriormente, entre 1588 y 1593, fue Virrey del Perú, retornando luego a la Península. Su salud se resintió durante su estadía en Lima, y para colmo de suertes, en España enfrentó un proceso que lo obligó a permanecer algún tiempo encarcelado: su hijo, Juan Andrés Hurtado, trató de casarse con una hijastra de don García.


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