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Nació en la villa de Caprese, cerca de la ciudad toscana de Arezzo, en 1475. Su verdadero nombre era Michelangelo Buonarroti.

A los 6 años quedó huérfano de madre. Desde pequeño se enfrentó a su padre para poder estudiar pintura.

A los 13 años se trasladó a Florencia, donde ingresó en el taller de Domenico Ghirlandaio, que lo introdujo en el círculo de los humanistas que rodeaban al mecenas Lorenzo de Médicis, el Magnífico. Como su protegido, trabajó y estudió bajo la supervisión de Bertoldo di Giovanni (discípulo de Donatello) en los jardines de su villa, donde los Médicis tenían una valiosa colección de esculturas antiguas. De esta época son sus relieves «Combate de los centauros contra los lapitas» y la «Virgen de la escalera», obras que sorprendieron a los artistas de la época por su dinamismo.

Tras la muerte de Lorenzo (1492), viajó a Venecia y a Bolonia. Esculpió «Hércules», que fue adquirido por el rey de Francia, Francisco I. También trabajó en el arca de mármol que guarda los restos de Santo Domingo de Guzmán.

De regreso en Florencia esculpió «San Juan Niño» y «Cupido durmiendo».

En 1496 se radicó en Roma y trabajó para Rafael Riario, cardenal de San Jorge.

Esculpió un «Cupido» y «Baco ebrio». Después, desde 1498, sus obras se centrarían principalmente en temáticas religiosas.

Su obra maestra de esta época es la «Piedad», escultura de mármol que esculpió para la Basílica de San Pedro en el Vaticano.

En 1501 se le encargó realizar las 15 figuras de la capilla Piccolomini, en la catedral de Siena.

Entre 1501 y 1505 de nuevo residió en Florencia. En 1504 terminó su famoso «David», que se encuentra en la Academia de Bellas Artes de dicha ciudad. En este tiempo también pintó el medallón de la «Sagrada Familia», actualmente en el museo de los Uffizi, y el fresco de la «Batalla de Cascina», para la sala del consejo del Palacio Vecchio.

En 1505 volvió a Roma para diseñar y hacer la tumba del papa Julio II, que incluía más de 40 figuras de tamaño natural. Interrumpió esta obra cuando el propio papa le encomendó la decoración de la bóveda (techo) de la Capilla Sixtina (ver recuadro), considerada una de las mayores obras de arte de todos los tiempos.

Con la restauración de los Médicis, volvió a Florencia y se dedicó a la capilla Medicea, sepulcro de los Médicis (1521) en la iglesia de San Lorenzo, considerada la obra de conjunto más completa y personal de Miguel Ángel. Además de las bellas esculturas, esta capilla fue su primer proyecto como arquitecto. El segundo fue la Laurenziana, la biblioteca de los Médicis.

En el período republicano que siguió a la caída de los Médicis, Miguel Ángel proyectó la fortificación de la ciudad ante los ataques de los ejércitos papal e imperial.

Con Florencia derrotada, en 1534, se radicó definitivamente en Roma para continuar con la tumba de Julio II, presidida por su famoso «Moisés». También trabajó en la pared del altar de la Capilla Sixtina, que terminó en 1541 (ver recuadro).

Pasados los sesenta

En los últimos años de su vida se dedicó a la arquitectura. Sustituyó a Antonio da Sangallo en la dirección de las obras del Vaticano, realizó los planos de la cúpula de la Basílica de San Pedro, que no alcanzó a ver concluida. Además, terminó el Palacio Farnesio (que había sido iniciado 30 años antes), construyó la Porta Pia, urbanizó la plaza del Capitolio de Roma y proyectó otras obras que no se concretaron.

Entre sus últimos trabajos destacan la «Pietà de Palestrina» y la «Pietà Rondanini», que quedó inconclusa, y obras menores, como el busto de Bruto.

También escribió «Rimes», obra poética considerada una de las grandes obras de la literatura italiana. Al parecer, sus sonetos fueron inspirados por la poetisa Vittoria Colonna.

Murió en Roma, donde pasó sus últimos 30 años, a los 89, el 18 de febrero de 1564. Sus restos descansan en la iglesia Santa Cruz, en un sepulcro erigido por su amigo, discípulo y biógrafo Giorgio Vasari, en Florencia.

La Capilla Sixtina

Aunque contrariado porque se consideraba escultor más que pintor, Miguel Ángel aceptó el encargo del papa Julio II de pintar la bóveda de la Capilla Sixtina.

Este primer trabajo lo realizó entre 1508 y 1512. En la parte central de la bóveda, pintó nueve episodios del Génesis. Los cinco primeros representan distintos momentos de la creación; en el sexto aparece el “pecado original” y los últimos tres son historias de la vida de Noé. Al costado de las escenas centrales pintó las figuras de profetas. En las esquinas aparecen cuatro escenas bíblicas: “Judit y Holofernes”, “David y Goliat”, “La serpiente de bronce” y “El castigo de Amán”.

Años después, se le encargó la pared del altar de la Capilla Sixtina, donde representó el “Juicio Final”. Esta obra quedó lista en 1541 y se basó en la descripción del infierno de Dante Alighieri, poeta italiano que vivió entre 1265 y 1321.