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Como era de esperarse, un movimiento cultural de la magnitud del Renacimiento en Italia no tardó mucho tiempo para que se difundiera por toda Europa. Si bien en el campo de la arquitectura se demoraron en imponerse los principios de esta tendencia, por la permanencia de los gustos góticos, en escultura y, sobre todo en pintura, sobresalieron diversos artistas.

En el norte del Viejo Continente se destacaron el grabador y pintor alemán Alberto Durero, que mezcló las estéticas góticas y renacentistas con gran habilidad, y el flamenco Pieter Brueghel el Viejo, que reproducía escenas de la vida diaria condimentadas con algo de ironía.

En España, el arte del Renacimiento fue mucho más religioso que en el resto de Europa, y su influencia solo se sintió a fines del siglo XVI y comienzos del XVII.

Su mayor brillo lo alcanzó con la austera arquitectura del palacio El Escorial, obra de Juan de Herrera, y con el Greco (Domenico Theotocopuli), cuyos cuadros, como el Entierro del Conde de Orgaz, se caracterizaron por unas figuras alargadas de marcada espiritualidad, una técnica suelta y una variedad de colores y resplandores de origen veneciano.

Otro pintor relevante fue Velásquez (Diego Rodríguez de Silva y Velásquez), un retratista que también enfatizó el color en sus cuadros, además de lograr un relieve admirable. Entre sus obras destacan Las Meninas y Las Hilanderas.

Las letras fuera de Italia

Como las demás artes, la literatura del Renacimiento también cruzó las fronteras de la península italiana y fue acogida en diferentes países de Europa, donde encontró magníficos exponentes que supieron captar su propuesta y perfeccionarla.

España

En la península ibérica surgió una numerosa cantidad de escritores influenciados por las ideas del Renacimiento. Entre ellos se pueden nombrar a Lope de Vega (Félix Lope de Vega y Carpio).

Cultivó todos los géneros, pero sobresalió esencialmente en el teatro, con obras como Fuenteovejuna. También Pedro Calderón de la Barca es otro autor importante en la literatura española de la época.

Entre sus trabajos, preferentemente autos sacramentales, se puede nombrar La vida es sueño, en el que plantea el sentido de la existencia humana.

Sin embargo, uno de los máximos exponentes españoles de la literatura fue Miguel de Cervantes Saavedra, sobre todo un excepcional novelista, lo que se reflejó en su obra cumbre: Aventuras del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.

El valor de este texto radica en que es una síntesis del arte novelístico del Renacimiento español, pues reúne todas las corrientes de la época: novela de caballería, pastoril, bizantina, italiana, picaresca, entre otras, además de referencias al teatro.

Francia

El Renacimiento llegó a Francia como consecuencia de las guerras en Italia, que promovieron el estrecho contacto entre franceses e italianos. Entre los grandes escritores galos destacaron en esos tiempos: Francisco Rabelais y Pedro Ronsard.

Rabelais publicó su obra Gargantúa y Pantagruel, que lo consagró como uno de los grandes escritores de la lengua francesa. Este autor retrató la vida como exuberante y alegre, y señaló la importancia del cuidado físico del hombre.

Ronsard se rodeó de un grupo de poetas jóvenes que conformaron la Pléyade, que tradujo poesías griegas y latinas, y más tarde escribió versos de iguales características en idioma francés. Por su parte, las Odas de Ronsard significaron un aporte considerable a la formación del lenguaje francés.

Inglaterra

Los conflictos que asolaron a Inglaterra a fines del siglo XV trabaron el desarrollo del Renacimiento en la isla, que solo al término de la centuria siguiente tuvo un representante notable en William Shakespeare.

Este escritor dejó más de 30 obras dramáticas, entre ellas comedias como el Mercader de Venecia; dramas históricos como Ricardo II y Enrique IV; y tragedias de inigualada fuerza, como el Rey Lear, Hamlet, Otelo y Macbeth.

Shakespeare supo traducir las grandes pasiones humanas con un vigor, una vivacidad y un realismo extraordinario. Dominó su idioma con gran destreza, y es considerado el más grande de los dramaturgos de habla inglesa, y uno de los más importantes de la literatura universal.

Artes menores

Las artes menores (cincelado, orfebrería, mueblería, etcétera), también lograron un gran desarrollo en el Renacimiento.

Las creaciones aparecían por todas partes, en las corazas, los escudos, el pomo de las espadas, adornados con figuras finamente cinceladas; en las copas, saleros, en los vasos de cristal de Venecia; en los muebles, camas y cofres, esculpidos e incrustados con marfil o mármol.

Entre los maestros de las artes menores destacó Benvenuto Cellini, cincelador magnífico, que trabajó en Roma y en París.


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