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Las motivaciones de los exploradores

A mediados del siglo XV, Constantinopla era la fuente de riquezas del imperio Bizantino (Turquía en la actualidad) y lo transformaba en el más rico en toda Europa. Su ubicación geográfica la favorecía enormemente en el comercio con Asia y el resto del Viejo Continente, ya que al estar al lado del mar Negro y el Egeo importaba sedas preciosas, joyas, especias y otros bienes de Oriente.

Pero la caída de Constantinopla bajo el dominio de los turcos otomanos en el año 1453 provocó un cambio en la economía mundial. El poder musulmán en la capital del imperio Bizantino generó el fin del comercio de Europa con Oriente, a excepción de los italianos, que se transformaron en los únicos que negociaban con los turcos, ya que habían manifestado su respeto al Sultán.

De esta manera, España y Portugal se vieron en la necesidad de encontrar nuevas rutas para llegar a Oriente y, aprovechando su cercanía con el océano Atlántico, comenzaron a buscar caminos que los llevaran a Asia para poder comercializar especias, artículos de lujo y todo tipo de mercancías.

Las teorías de Colón

Sin imaginar la existencia de otro continente entre Europa y Asia y con la firme convicción de que la Tierra era redonda, el navegante Cristóbal Colón tenía la idea de cruzar el océano Atlántico hacia el oeste para llegar supuestamente hasta China y Japón.

Encontrar quienes avalaran sus teorías y, aún más, quienes financiaran su travesía marítima, no sería fácil para él, siendo ignorado y rechazado en Portugal. Sin embargo, la suerte cambiaría para Cristóbal Colón, ya que pese a que tardaron en escucharle, por estar atentos a la guerra de Granada, los Reyes Católicos financiaron la empresa del navegante, firmando el 17 de abril de 1492 las Capitulaciones de Santa Fe, documento que confería al navegante el título de almirante vitalicio, virrey y gobernador general de todos los territorios que descubriera durante su viaje y parte de los impuestos que se cobraran por navegación y comercio.

Glosario

– Especia: Sustancia vegetal que sirve para sazonar los alimentos.

– Capitulación: contrato en el que la corona y un navegante o conquistador establecían las condiciones y premios para la realización de una empresa.

Los Reyes Católicos

Isabel y Fernando se casaron el 19 de octubre de 1469. Luego en 1474, Isabel se convirtió en reina de Castilla, y en 1479, Fernando heredó los estados de la corona de Aragón. Pero entre 1475 y 1479 se desató la llamada guerra de Sucesión Castellana, un conflicto bélico entre los partidarios de Juana (esposa de Alfonso V de Portugal), hija del difunto Enrique IV de Castilla, y los de Isabel, media hermana de este último. Esta guerra terminó con el tratado de Alcáçovas (1479) por el cual Alfonso V renunció al trono de Castilla, mientras Isabel y Fernando hicieron lo propio con el reino portugués.

Además, las dos coronas se repartieron sus respectivas zonas de influencia en el Atlántico, quedando Alfonso V con la hegemonía sobre él, con excepción de las islas Canarias. Juana perdió su derecho al trono de Castilla y tuvo que permanecer en Portugal hasta su muerte. Por su parte, el papa Alejandro VI le concedió a Fernando en 1496 el título de «Rey Católico», en compensación, porque antes le había otorgado el título de «Rey Cristianísimo» al rey de Francia. Luego, por costumbre, se ha popularizado la denominación de «Reyes Católicos» para referirse a Fernando y su esposa, Isabel.