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El compositor Manuel Robles y el poeta Bernardo de Vera y Pintado cumplieron con este cometido y su Canción Nacional se estrenó el 20 de agosto de 1820 en el teatro de Domingo Arteaga, en Compañía esquina de Plazuela O’Higgins, aunque según otros historiadores, ya se había tocado y cantado en las fiestas de septiembre de 1819.

El primer número de periódico «Las Bellas Artes», del 5 de abril de 1869, señala que entre los profesores que componían la orquesta de la primera compañía lírica que vino a Chile, conocida con el nombre de la Compañía Scheroni, debía mencionarse a Manuel Robles, chileno. Era este un violinista notable por la facilidad de su ejecución y buen estilo, sin embargo no tuvo buenos modelos que imitar. Lo que lo hace justamente célebre es que fue el autor de la Canción Nacional chilena, que se cantó desde 1820 hasta que fue suplantada por la que envió a Chile Mariano Egaña, estando de Ministro Plenipotenciario en Inglaterra, en el año 1828.

Cuenta la historia que la canción de Robles se acostumbraba a cantar todas las noches que había función en el teatro Arteaga. Al principio, todo el mundo se ponía de pie. O’Higgins y Freire la escuchaban con respeto y llenos de emoción, porque más de una vez marcharon a la victoria a sus sones.

La costumbre de cantarla siempre que había teatro fue desapareciendo poco a poco, hasta que al fin se ordenó que sólo se cantase en el aniversario de la patria.

El doctor Bernardo Vera, tan conocido en la historia de la independencia, fue el autor de los valientes versos que se cantaban con la música de Robles.

Cuando en 1867 ya se consideraba perdido el documento histórico que este himno constituía, José Zapiola declaró que él recordaba la letra y la música y podía reescribirlas, trabajo que le tomó un año y que quedó terminado el 15 de octubre de 1968, resucitando para siempre el himno de Robles.

Este primer himno se cantó hasta 1828, cuando fue reemplazado por el Himno Nacional que actualmente se canta.

Primer Himno Nacional de Chile

Dulce Patria recibe los votos
Con que Chile en tus aras juró;
Que a la tumba serás de los libres
O el asilo contra la opresión.

Ciudadanos, el amor sagrado
De la Patria, os convoca a la lid;
Libertad es el eco de alarma;
La divisa, triunfar o morir.

El cadalso o la antigua cadena
Os promete el antiguo español;
Arrancad el puñal al tirano;
Quebrantad ese cuello feroz.

Habituarnos quisieron tres siglos
Del esclavo a la suerte infeliz,
Que el sonar de sus propias cadenas
Más se aprende a cantar que a gemir.

Pero el fuerte clamor de la Patria
Ese ruido espantoso acalló,
Y las voces de la Independencia
Penetraron hasta el corazón.

Ciudadanos, la gloria presida,
De la Patria, el destino feliz,
Y podrán las edades futuras
A sus padres así bendecir.

Venturosas mil veces las vidas
Con que Chile su vida afianzó
Si quedare un tirano, su sangre
De los héroes escriba el blasón.

Segunda versión

El segundo Himno Nacional chileno fue compuesto por el compositor español Ramón Carnicer, cuando éste se encontraba exiliado en Inglaterra debido a sus ideas liberales.

Mariano Egaña, Ministro de Chile en Londres, haciéndose eco de las críticas que recibía por ese entonces la canción de Robles, solicitó a Carnicer la composición de un nuevo himno, sobre el mismo texto de Bernardo de Vera.

El músico español debe haber escrito esta obra hacia 1827, fecha en que regresó a Barcelona, y su himno se estrenó en Santiago, en el teatro de Arteaga, el 23 de diciembre de 1828, en un concierto de la Sociedad Filarmónica que incluyó, además, la Canción Nacional de Robles y obras de Isidora Zegers y otros compositores.

Años después, en 1847, el Gobierno de Chile encargó al joven poeta Eusebio Lillo un nuevo texto que reemplazara el encendido poema anti-español de Vera y Pintado, el que, luego de ser analizado por Andrés Bello, conservó la estrofa del coro original («Dulce patria, recibe los votos…).

Tanto en himno de Carnicer como el texto de Lillo debieron vencer una fuerte resistencia popular antes de imponerse sobre sus antecesores.

La versión definitiva

La letra tenía duras palabras contra los españoles, por lo que una vez  pasado mucho tiempo el fragor de la independencia, los españoles  residentes en Chile empezaron a protestar por aquellos versos  xenófobos. Como el Estado chileno ya había normalizado relaciones con  España, una nueva versión de la letra le fue encargada en 1847 al  joven poeta chileno Eusebio Lillo. Llevada la nueva letra ante el  escritor y filólogo de origen venezolano Andrés Bello, éste la aprobó,  excepto en la sección del coro, que decía:

Libertad, invocando tu nombre,
la chilena y altiva nación
jura libre vivir de tiranos
y de extraña, humillante opresión

Como se censuró su coro, y Lillo se consideraba incapaz de superar el  original, se quedó con el anterior. El texto completo de la letra es  la que sigue, pero sólo son oficiales el  coro y la quinta estrofa.

Coro

Dulce Patria, recibe los votos
Con que Chile en tus aras juró
Que o la tumba serás de los libres
O el asilo contra la opresión

I

Ha cesado la lucha sangrienta;
ya es hermano el que ayer invasor;
de tres siglos lavamos la afrenta
combatiendo en el campo de honor.
El que ayer doblegábase esclavo
libre al fin y triunfante se ve;
libertad es la herencia del bravo,
la Victoria se humilla a sus pies.

II

Alza, Chile, sin mancha la frente;
conquistaste tu nombre en la lid;
siempre noble, constante y valiente
te encontraron los hijos del Cid.
Que tus libres tranquilos coronen
a las artes, la industria y la paz,
y de triunfos cantares entonen
que amedrenten al déspota audaz.

III

Vuestros nombres, valientes soldados,
Que habéis sido de Chile el sostén,
nuestros pechos los llevan grabados;
Los sabrán nuestros hijos también.
Sean ellos el grito de muerte
que lancemos marchando a lidiar,
y sonando en la boca del fuerte
hagan siempre al tirano temblar.

IV

Si pretende el cañón extranjero
nuestros pueblos osado invadir;
desnudemos al punto el acero
y sepamos vencer o morir.
Con su sangre el altivo araucano
nos legó por herencia el valor;
y no tiembla la espada en la mano
defendiendo de Chile el honor.

V

Puro, Chile, es tu cielo azulado,
puras brisas te cruzan también,
y tu campo de flores bordado
es la copia feliz del Edén.
Majestuosa es la blanca montaña
que te dio por baluarte el Señor,
Y ese mar que tranquilo te baña
te promete futuro esplendor.

VI

Esas galas, ¡oh, Patria!, esas flores
que tapizan tu suelo feraz,
no las pisen jamás invasores;
con tu sombra las cubra la paz.
Nuestros pechos serán tu baluarte,
con tu nombre sabremos vencer,
o tu noble, glorioso estandarte,
nos verá combatiendo caer.

Gobierno militar y tercera estrofa

Durante el gobierno de Augusto Pinochet se agregó a la versión cantada  la tercera estrofa de la letra de Eusebio Lillo, que comienza  «Vuestros nombres, valientes soldados«. El hecho de cantar o no esta  tercera estrofa se convirtió para muchos en una expresión de apoyo o  rechazo al régimen militar. Con la democracia plena en 1990, se volvió  a la versión oficial anterior de una sola estrofa.

Ciertos sectores,  fundamentalmente partidarios de Augusto Pinochet y militares,  continúan usando esta tercera estrofa en la interpretación del himno  para sus reuniones.


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