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Una definición precisa de lo que es una biblioteca la podemos resumir en lo siguiente: colección pública o privada de libros o manuscritos, organizada para cuidar de su conservación y para facilitar la consulta o estudio.

La palabra biblioteca deriva del latín y ésta a su vez lo hace del vocablo griego biblion (en griego, ‘libro’). El sentido moderno del término hace referencia a cualquier recopilación de datos recogida en muchos otros formatos: microfilms, revistas, grabaciones, películas, diapositivas, cintas magnéticas y de vídeo, así como otros medios electrónicos. La biblioteca, es el lugar donde los libros son conservados.

Las bibliotecas populares, por su parte, están destinadas a la difusión del saber, éstas son las municipales, ambulantes o escolares.

Las primeras bibliotecas

A las civilizaciones orientales pertenecen las más antiguas bibliotecas. Pueblos tan antiguos como los hititas, asirio-babilonios, hebreos y egipcios se dieron el tiempo y trabajo de guardar en ellas escrituras, textos religiosos, jurídicos y literarios. Todos ellos han legado a la humanidad documentos invaluables por su valor histórico.

Las bibliotecas de los hititas y asirio-babilonios, poseen millares de tablillas de arcilla grabadas en caracteres cuneiformes con data de alrededor de 4 mil años de antigüedad. Por el contrario, las egipcias no tuvieron la misma suerte. El papiro fue un frágil soporte para las letras y no logró sobrevivir al paso de los años. Pero gracias a los hábiles copistas de los monasterios, especialmente los benedictinos, conocemos textos de diversas culturas y épocas. La primera biblioteca egipcia, que contaba con 20.000 papiros, se estableció por Ramsés II en el año 1250 a.C.

En la época bizantina la Biblioteca de Constantinopla fue la más importante del mundo.

Aristóteles y Julio César

En la civilización griega, Aristóteles sintió la necesidad de reunir orgánicamente la producción de libros de su tiempo. Su colección sería dividida, luego, en dos bibliotecas: la de Alejandría y la de Pérgamo, ambos centros importantísimos de la cultura griega.

Lamentablemente las dos bibliotecas fueron atacadas e incendiadas durante la conquista romana. Muchos de esos libros se sumaron a sus bibliotecas.

Julio César fue el primero en concebir una biblioteca pública, transmitiendo sus deseos a Terencio Varrón. A su muerte el proyecto lo tomó Asinio Polión, quien abrió una biblioteca pública en el atrio del Templo de la Libertad en el Aventino. De esta manera se comenzó a difundir la cultura. En la Roma imperial llegaron a existir 28 bibliotecas públicas, siendo la más grande la Ulpiana, que estaba en el Foro Trajano.

Cuando sobrevino la caída del Imperio de Occidente, la cultura representada en los libros tuvo como único refugio los monasterios.

De la Edad Media en adelante

En las bibliotecas medievales destacan la de San Benito, Casiodoro y San Columbano. Los siglos XII y XIII, conocieron, paralelo a las bibliotecas monásticas, las bibliotecas jurídicas y científicas, ubicadas en universidades.

Luego durante el humanismo, se inició el fin de las bibliotecas monásticas dando paso a las bibliotecas precursoras de las modernas. Así se creó en Roma la Biblioteca Vaticana.

En el Renacimiento, el público de estos recintos aún era selecto, pero el desarrollo de la imprenta transformó al libro en un instrumento de utilidad pública.

Un nuevo ritmo tomarían las bibliotecas a contar de éste momento, y a su vez con el correr de los años, se comenzaron a fundar e inaugurar muchas más.

En China la primera biblioteca pública abrió en 1905. La más importante es la de Pekín.

En lo que a arquitectura se refiere, en la antigüedad se le asignó edificios hermosos, grandes e imponentes. Por ejemplo, las bibliotecas se ubicaron en templos o edificios termales romanos.

En la edad media, las bibliotecas europeas se ubicaron en monasterios, universidades y, en algunos casos, en palacios reales. Los libros se conservaban en armarios o estanterías y se leían en mostradores, en reservados individuales dedicados al estudio.

La Biblioteca Laureziana la construyó el propio Miguel Ángel iniciada en 1524. Otra es la Biblioteca de Sainte-Geneviève en París en 1843, obra maestra de Henri Labrouste.

Las bibliotecas romanas, tenían por lo general una gran sala de lectura, decorada con exceso, cuyas paredes estaban cubiertas de estantes llenos de pergaminos y códices.

Al aumentar las publicaciones de libros y textos, las bibliotecas se vieron obligadas a ampliar su capacidad de almacenaje. Hasta principios del siglo XX los lectores de las bibliotecas más grandes se acomodaban en salas centrales de lectura de tamaño considerable, que contaban con filas de largas mesas y simples sillas de madera.

Las primeras bibliotecas americanas fueron propiedad de congregaciones religiosas como son los jesuitas.


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