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Los ovarios son las glándulas sexuales femeninas y se encuentran situadas en la cavidad pelviana. Son dos, y están formados de un epitelio germinativo y un estroma interno. Cada cierto tiempo liberan un óvulo y secretan dos hormonas, que son los estrógenos y la progesterona.

El ciclo por el cual se rigen estas glándulas se llama ciclo menstrual -posee una duración promedio de 28 días- y se relaciona fuertemente con el útero, al crear las condiciones necesarias para la nidación del óvulo fecundado. Sin embargo, si esta célula no es fertilizada, se produce el desprendimiento de la mucosa uterina, acompañada de una hemorragia, proceso conocido como menstruación.

Al comenzar el ciclo menstrual sólo madura un folículo, y sus células secretan estrógenos. Durante este proceso, las células que rodean el óvulo se multiplican formando una capa o teca interna. Entre la teca y el óvulo se configura una cavidad que contiene el líquido folicular. Cerca del día 14 del ciclo menstrual, el óvulo alcanza su madurez y se le llama folículo de Graaf.

Después de la ovulación, las células de la teca interna proliferan y aumentan su contenido de lípidos, formando el cuerpo lúteo, el que posteriormente secreta estrógenos y progesterona.

Los estrógenos intervienen en varias acciones, tales como la estimulación del crecimiento de los órganos genitales internos y externos; la multiplicación celular y el incremento de la mucosa uterina; desarrollo de las mamas durante la pubertad; distribución adiposa y constitución ósea y retardo del crecimiento de la diáfisis, que determina, en general, la menor estatura de la mujer respecto del hombre.

Sin duda, una de las funciones más importantes de las hormonas ováricas es la preparación de las condiciones necesarias para el embarazo. Cuando el óvulo es fecundado, el cuerpo lúteo del ovario no degenera, sino que va creciendo y secretando estrógeno y progesterona. En el tercer mes, el cuerpo lúteo es sustituido por la placenta, una nueva glándula endocrina, que además genera la gonadotropina coriónica humana, que sirve para determinar el embarazo desde los primeros días.

Durante los últimos tres meses de gravidez, los niveles de estrógenos y progesterona descienden y aumenta la secreción de otras hormonas, como la relaxina, que tiene por función relajar la pelvis y ablandar el cuello del útero; y la oxitocina, que estimula la contracción del útero. Luego del nacimiento, la prolactina interviene en la secreción de leche y la oxitocina en su eyección.


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