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Corresponde al lapso que va desde los 65 años en adelante, hasta que la persona fallece. No existe una fecha límite, ya que cada organismo es diferente, ha tenido diversas condiciones de vida, el medio ambiente que lo rodea no es el mismo, e incluso, las enfermedades que lo afectan varían. Sin embargo, registros mundiales señalan que las personas más longevas han alcanzado los 120 años, pero que el promedio, en Chile, es de 77 años.

Este período final implica un deterioro de todas las actividades orgánicas. Resulta imposible combatir el paso del tiempo, el que dejará importantes huellas en todos los sistemas corporales, incluso en aquellas personas con una excelente calidad de vida. Entre los sistemas que sufren un mayor deterioro durante la vejez destacan el excretor (el funcionamiento de los riñones) y el respiratorio, así como también se ve disminuida la capacidad de funcionamiento del hígado y el corazón.

También en esta etapa los intestinos se encogen y el proceso de degradación y absorción de nutrientes, desde los alimentos, se vuelve cada vez más difícil.

Asimismo, los conductos arteriales presentan, generalmente, importantes depósitos de colesterol en sus paredes (ateromas) que, poco a poco, las van obstruyendo. Esto obstaculiza una buena circulación, existiendo el riesgo de accidentes cardiovasculares (trombosis, infartos, problemas de presión arterial, entre otros).

Además, a medida que envejecemos, el cerebro se deteriora. Las neuronas comienzan a morir, por lo que es posible detectar una disminución en la capacidad de reacción y en el desarrollo intelectual del adulto mayor.

Visiblemente, con el paso de los años, muchas personas pierden talla y estatura. Esto se debe al acortamiento de la columna vertebral (producido, fundamentalmente, por la disminución del grosor de los discos intervertebrales), a la inclinación de los hombros y a la continua pérdida de masa muscular.

Envejecimiento celular

Todas las células que constituyen al ser humano envejecen (algunas primero, otras después). Y este proceso llamado envejecimiento es irreversible, e incluso puede acelerarse por la acción de factores externos, como el consumo de tabaco, drogas o una vida sedentaria.
La ciencia posee la certeza de este proceso degenerativo. Sin embargo, aun no ha podido dilucidar el mecanismo que lo detona y el que produce la muerte celular. Así, esta revelación sería la clave para detener el envejecimiento y quizás conseguir el milagro de la «eterna juventud». Entre las teorías que se manejan destacan:

– Programación genética: la ciencia postula que todas las células están programadas para envejecer. Desde su origen, poseerían una «fecha de vencimiento», por lo que el envejecimiento sería un proceso natural.

– Acción de los radicales libres: a lo largo de la vida nuestro cuerpo produce radicales libres, sustancias muy oxidantes que deterioran de manera irreversible a todas las células.

– Acortamiento de los telomeros: los extremos de los cromosomas, llamados telomeros, se van reduciendo cada vez que la célula se divide.
Una vez que llega a su límite de acortamiento, la célula también pierde su capacidad de renovarse y se deteriora.

– Acción inmune: el sistema inmunitario podría debilitar y atacar a algunas moléculas propias del organismo, deteriorando todas las células.

Deterioro sensorial

Por lo general, el envejecimiento afecta la estimulación y la respuesta de nuestros sentidos. Muchas veces, los ancianos pierden la sensibilidad para degustar algunas comidas, producto del deterioro del gusto y el olfato. Asimismo, asoman importantes problemas de audición.

Los sonidos pueden sentirse distorsionados, de modo que se hace dificultosa la comunicación. Usualmente, la mala recepción de algunos sonidos se debe a la degeneración de la cóclea y a la exposición, durante años, a sonidos fuertes, que aceleran el deterioro.
A nivel visual, también son recurrentes los trastornos que alteran la normal visualización del entorno.

Existe una serie de cambios estructurales que afecta la eficiencia ocular a la hora de enfocar algunos objetos cercanos. Incluso, la visión puede ser anormal, producto de la degeneración de la mácula (zona central de la retina) o por una catarata.

Esta última enfermedad es característica de la vejez y corresponde a la pérdida de la transparencia del cristalino, estructura biconvexa del ojo que se encuentra entre el iris y el cuerpo vítreo, producto del cambio gradual de las fibras de proteínas que lo componen.

Tejidos más rígidos

Con los años, el tejido conectivo (formado por colágeno y elastina), que une la mayoría de las partes de nuestro cuerpo, pierde muchas células, mientras que el colágeno se endurece. Por ello, las arterias se tornan rígidas, los músculos y las articulaciones pierden flexibilidad y la piel se arruga.


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