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Por lo general, la arena es muy fina, parecida a la harinilla, aunque puede tener varios rangos de finura (delgada o más gruesa).

La arena, como material natural, se la puede encontrar en:

– Desiertos
– Zonas costeras
– Lechos de ríos

Las arenas presentan tonalidades muy diversas (blancas, amarillentas, verdosas, grises, pardas, negras, etc.) según su composición química y mineralógica. Un buen ejemplo lo constituyen las arenas de utrillas del Cretácico Inferior, caracterizadas por presentar una gran variedad de colores. Constituye una fracción considerable de los suelos, y forma importantes depósitos superficiales tanto en ambientes continentales (zonas áridas, cursos fluviales), como marinos (plataforma continental) y costeros.

La progresiva compactación y cementación de los depósitos arenosos termina por consolidarlos hasta constituir una arenisca, o roca sedimentaria de origen detrítico.

Aplicaciones

Al ser un componente del hormigón, la arena se utiliza de forma generalizada en la construcción (calles, carreteras, terraplenes, edificios, etc.); las arenas ricas en sílice se utilizan en la industria del vidrio y cerámica; se emplean en la fabricación de cementos y yesos. Impulsada por aire comprimido o vapor se utiliza como abrasivo, tanto de superficies metálicas rugosas, como en la limpieza de fachadas de edificios.

Aunque todas las arenas podrían utilizarse en la construcción, formando parte de mezclas de albañilería, la única que se usa para tal efecto es la arena procedente de los lechos de ríos.