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Para combatir las tinieblas heredadas del oscurantismo de la Iglesia y las instituciones del llamado antiguo régimen, surgieron en Europa, a partir del siglo XVII, “las luces de la razón”.

Ahora se confiaba plenamente en la capacidad del intelecto humano, el desarrollo científico, el valor del trabajo y el culto de la amistad y de la naturaleza para construir una sociedad mejor. La religión no quedaba afuera, pero sufría un cambio: se transformaba en una religiosidad natural basada en la razón.

También los métodos de investigación cambiaron. El científico, por ejemplo, quedó estructurado de acuerdo con las ideas de dos investigadores: el inglés Francis Bacon y el francés René Descartes.

Bacon estableció el método experimental como base para las investigaciones científicas, sin la teoría ni el razonamiento. Su corriente, el empirismo, fue continuada por el filósofo británico John Locke, a quien se considera en cierto modo el primer ilustrado. Él sostuvo que al momento del nacimiento la mente es como una tabula rasa (tabla rasa) o página en blanco, en la que la experiencia va formando el carácter individual.

Sin embargo, René Descartes desconfiaba incluso de la experiencia. Según él, para que el conocimiento obtenido no pueda ser catalogado de erróneo, no hay que reconocer ninguna verdad de la que se pueda dudar. Para Descartes, todo es falso, menos un principio: pienso, luego existo; es decir, “no hay nada cierto, sino yo”, dando origen con él a la metodología filosófica moderna, conocida también como filosofía cartesiana.

Siguiendo los postulados cartesianos, el holandés Baruch Spinoza construyó su sistema filosófico de una manera rigurosamente matemática.

El fin de los dogmas

«La Ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad». Esta frase pertenece al filósofo alemán Immanuel Kant y la incapacidad a la que alude es la imposibilidad de usar la inteligencia propia sin la ayuda de guías. Es en contra de esos mentores que defendían e imponían doctrinas religiosas y filosóficas como verdades fundamentales e incuestionables (dogmas), que se rebelan los adherentes a la Ilustración.

Sin embargo, este movimiento igualmente se basó en algunos puntos fundamentales. En primer término, los avances científicos obtenidos por Galileo Galilei (defensor de la teoría copernicana de que la Tierra gira en torno al Sol y constructor del primer telescopio) y Johannes Kepler(autor de las leyes que llevan su apellido sobre las órbitas planetarias), permitieron concebir el universo como naturaleza, con normas que lo regían y que la razón humana podía descubrir.

Como consecuencia de este nuevo enfoque se postuló el deísmo, según el cual Dios era el arquitecto del mundo, creador de sus leyes, pero no intervenía directamente en él. Todo esto desarrolló la confianza en el progreso histórico del ser humano, ya no en manos de Dios, sino que en los propios esfuerzos y en la razón humana. Así se habló por primera vez de la humanidad, como integradora de todos los pueblos.

¿Sabías que?

Las tendencias de los pensadores de la Ilustración se hallaban fuertemente divididas, desde los impulsores del Despotismo Ilustrado, como Voltaire, hasta sus más decididos detractores, como Rousseau.


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