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En octubre de 1962, Estados Unidos y la entonces Unión Soviética mantuvieron una dura pelea debido a la instalación de misiles con capacidad nuclear en Cuba. Fue una de las mayores crisis entre ambas potencias durante la Guerra Fría.

La «crisis de los misiles» es conocida en Cuba como la «crisis de octubre» y fue una experiencia que marcó a la mayoría de los cubanos, tanto que todos los que la vivieron mantienen frescos sus recuerdos.

Antecedentes

Cuba, un pequeño país caribeño, provocó uno de los episodios más importantes y peligrosos de toda la Guerra Fría, y rompió la correlación de fuerzas existente hasta ese momento al poner en duda el dominio norteamericano en su propio continente.

El movimiento castrista había nacido con una ideología nacionalista, ante la total dependencia económica, cultural y política del país con respecto a los Estados Unidos. Era, en principio, totalmente ajeno a las tensiones internacionales entre potencias y la política de bloques, en la que finalmente terminó entrando.

Una vez nacionalizados sus recursos económicos, Cuba comenzó a  sufrir la fuerte hostilidad de parte de los estadounidenses, quienes le  declararon un boicot económico dejando de comprar su azúcar, principal producto de sus exportaciones.

De la misma manera, Estados Unidos comenzó a prestar apoyo a los exiliados políticos cubanos, tanto acogiéndolos en su territorio como prestándoles ayuda para luchar contra el régimen cubano.

Por el contrario, la Unión Soviética percibió rápidamente la ventaja que podría suponerle contar con un aliado tan cercano a su enemigo americano, y empezó a ofrecer ayuda económica y militar a los cubanos. En 1960 se establecieron relaciones comerciales y se firmó un tratado de cooperación militar entre ambos países, convirtiendo ya en algo oficial la aproximación de Cuba al bloque del Este.

La situación se agravó cuando, en 1961, se produjo un intento de invasión en la bahía de Cochinos por parte de cubanos exiliados que, como se demostró, fueron preparados, apoyados y financiados por los Estados Unidos de América, con el entrenamiento de la CIA y el consentimiento del presidente, John F. Kennedy. El ataque no tuvo éxito, pero generó en las autoridades cubanas una sensación de inseguridad que motivó un mayor acercamiento hacia el lado soviético, al que solicitó protección.

Origen de la crisis de los misiles

La URSS vio en Cuba la base necesaria para el apoyo a nuevas oleadas revolucionarias pro-soviéticas en países americanos, así como por su cercanía a Florida, una base militar desde donde poder amenazar a los Estados Unidos sin que éstos tuvieran tiempo de reacción, igualando así la amenaza que significaba para los soviéticos los misiles estadounidenses emplazados en Turquía, estado fronterizo con la URSS, y la República Federal Alemana.

Para eso, el líder soviético Nikita Kruschev y su gobierno decidieron asegurar la isla con la instalación de bases de misiles, con capacidad para alcanzar a Estados Unidos y dispuestos para llevar cabezas nucleares.

La instalación fue descubierta por las fotografías de un avión espía estadounidense, el U-2. Analistas de la CIA señalaron al presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy que estructuras fotografiadas en Cuba parecían corresponder a instalaciones de misiles, todavía no operacionales pero que lo estarían en poco tiempo.

Kennedy, se dirigió a la Nación con un mensaje televisado de 17 minutos, el 22 de octubre de 1962. Habló de establecer una cuarentena y un cerco alrededor de la isla, para cumplir esta medida se desplegaron barcos y aviones de guerra estadounidenses.

Jrushchov dirigió un mensaje a Kennedy el 24 de octubre: » (…) la URSS ve el bloqueo como una agresión y no instruirá a los barcos que se desvíen»; pero en las primeras horas de la mañana, los buques soviéticos disminuyeron la velocidad y regresaron o alteraron sus rutas.

El 27 de octubre un avión espía U-2 fue derribado por un proyectil SAM, disparado por los soviéticos desde una de sus bases, cuando sobrevolaba la isla, aumentando aún más la tensión. Sin embargo, el mismo día, Jrushchov propuso a Kennedy el desmantelamiento de las bases soviéticas de misiles nucleares en Cuba, a cambio de la garantía de que Estados Unidos no realizaría ni apoyaría una invasión a la antilla caribeña, además, también debería realizar el desmantelamiento de las bases de misiles nucleares estadounidenses en Turquía.

Después de continuas negociaciones secretas, de las que estuvo excluido Castro, Kennedy aceptó. Este acuerdo se conoció más tarde, ya que Kennedy lo firmó con la condición de que ni la no invasión a Cuba ni el desmantelamiento arriba mencionados, llegaran a ser de público conocimiento en al menos 6 meses.

De esta forma se puso término a la crisis sin dar muestras de debilidad ni de derrota por ninguna de ambas potencias.

Se creó el llamado teléfono rojo, línea directa entre la Casa Blanca y el Kremlin, con el fin de agilizar las conversaciones entre ambas potencias durante períodos de crisis.

El 29 de octubre Nikita Jrushchov envió a Fidel Castro un informe de los términos del acuerdo soviético-norteamericano sobre Cuba.


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