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– Perú debía a Chile un millón y medio de pesos, más los intereses, que eran parte del préstamo solicitado por Chile a Inglaterra, a lo que se sumaban los gastos de la expedición libertadora durante el proceso de independencia.

– Desde 1824, el gobierno peruano había subido los derechos de aduanas a los productos agrícolas provenientes de Chile.

– Con los almacenes libres, Valparaíso se había convertido en el primer centro comercial del Pacífico. Perú deseaba revertir la situación a favor del puerto de Callao, para lo cual le agregó impuestos especiales a las mercancías provenientes del puerto chileno.

– Otro antecedente: entre 1824 y 1825, Simón Bolívar dividió el antiguo Virreinato del Perú en dos estados independientes: Perú y Bolivia. Pero había un militar que deseaba la reunificación, el mariscal boliviano Andrés Santa Cruz.

En 1836, Santa Cruz, que había asumido la presidencia de Bolivia, aprovechó la anarquía interna en Perú, ganó adeptos y fuerza, y pudo controlar a sus enemigos políticos en dicho país, Agustín Gamarra y Felipe Santiago Salaverry. Así, apareció como el salvador del Perú y pudo proclamar la unión de ambas naciones en la Confederación Perú-Boliviana, de la cual se autonombró su Gran Protector.

Tras el objetivo de reunificar ambos territorios, más el extremo norte de Chile y la zona noroeste de Argentina, fomentó las conspiraciones contra Portales y convenció a Freire -exiliado en ese país tras la batalla de Lircay- para que organizara una escuadrilla y atacara Chile, pero fracasó.

Portales pasó a la ofensiva; ordenó al marino español Victorino Garrido que perpetrara un ataque contra la escuadra peruana fondeada en Callao. Pese a la inferioridad de la escuadra chilena, la gran mayoría de los barcos peruanos fueron capturados. Ante esta situación, la Confederación intentó entablar negociaciones pacíficas.

El gobierno chileno envió a Mariano Egaña a exigir a Santa Cruz la solución de los temas económicos pendientes -arriba mencionados- y la disolución de la Confederación, entre otras cosas. Como el Presidente boliviano se rehusó, Egaña dio por declarada la guerra el 28 de diciembre de 1836.

La situación no era muy favorable para Chile, ya que Santa Cruz consiguió el apoyo de Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos; en tanto, los aliados chilenos, Argentina y Ecuador, no se atrevieron a intervenir en el conflicto.

Consecuencias del conflicto

El gobierno chileno estableció el estado de sitio y dotó de facultades extraordinarias al Ejecutivo. En 1837 se promulgó la Ley de los Consejos de Guerra, tribunales que se regían por el código militar y cuyas sentencias no eran apelables.

A causa de estas medidas, la oposición acusó a Portales de autoritarismo. A través de la prensa se desató una campaña en contra suya y de la guerra. Finalmente, el ministro fue asesinado el 6 de junio de 1837, producto de una sublevación del regimiento de Quillota.

La guerra contra la Confederación terminó con la batalla de Yungay-al norte de Lima, en Perú-, donde las tropas dirigidas por el general Manuel Bulnesderrotaron a las fuerzas de Andrés Santa Cruz (20 de enero de 1839). El boliviano huyó a Lima y de ahí a Arequipa, y como tanto en Bolivia como en Perú se pronunciaron en su contra, se fue a Guayaquil, Ecuador.

Al llegar a Lima el general peruano Agustín Gamarra, enemigo de Santa Cruz, declaró terminada la guerra el 6 de marzo de 1839. La Confederación se había desintegrado.