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Surgió entonces la radionovela, relato dramatizado difundido por capítulos a través de las ondas de radio. Heredera de la novela por entregas y sobre todo del folletín, la duración de la obra dependía muchas veces del interés de la audiencia, alargándose a veces por meses.

En nuestro país hubo algunas radionovelas que mantuvieron a las generaciones pasadas pegadas a la radio. Ejemplo de ello fue la dramatización de la novela Adiós al Séptimo de Línea, escrita por Jorge Inostroza, El derecho de nacer, Lo que cuenta el viento, La tercera oreja y El siniestro doctor Mortis, etc. Algunas figuras destacadas de la radionovela chilena fueron Doroteo Martí, Luchita Botto, Nieves López Marín, María Yopar, Guillermo Gana Edwards, Justo Ugarte, Flor Hernández, Arturo Moya Grau, entre otros, tan populares como un actual protagonista de teleserie.

Sus temáticas, motivos y personajes son herederos directos del folletín: la mujer engañada, la madre soltera, usurpación de fortunas, hijos perdidos que luego se reencuentran, la ceguera, la invalidez como desgracia o como fingimiento para engañar, las diferencias sociales, etcétera, todos los cuales se reproducen con posterioridad en la fotonovela y las telenovelas clásicas. Se mueven en un mundo bipolar con personajes planos claramente diferenciado: buenos y malos, ricos y pobres.

el derecho de nacer

Algunas radionovelas americanas emblemáticas (El derecho de nacer, entre otras) fueron después llevadas a otros soportes, como la televisión e incluso el cine, o el cómic (El siniestro doctor Mortis).

En su época de auge, las compañías de radionovelas hacían giras por el país y presentaban una versión teatral de la radionovela en ciudades y pueblos. El público de provincia llenaba las salas en que se presentaban, abanderizándose con los personajes: gritaban durante la representación e incluso agredían a los malos (cosa que también sucede hoy con las teleseries). Pero también sufrían desilusiones, cuando el aspecto físico de los actores no se correspondía con las expectativas generadas por sus voces bellas y aterciopeladas, o con el papel que encarnaban en las transmisiones.

Emparentado con la radionovela está el radioteatro, por lo que estos términos suelen emplearse como sinónimos. En los radioteatros solían transmitirse obras teatrales, a veces bastante buenas y de autores conocidos, y también versiones de películas. Cada emisión radial daba una obra completa.

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