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Tomemos un ejemplo moderno y consideremos el aforismo del gran físico del siglo veinte, Niels Bohr: «Lo contrario de cualquier gran idea es otra gran idea.» Si la afirmación fuera cierta sus consecuencias podrían ser como mínimo algo peligrosas. Consideremos por ejemplo lo contrario de la Regla de Oro evangélica o de las prescripciones contra la mentira, o del precepto «no matarás». Consideremos pues si el mismo aforismo de Bohr es en si tina gran idea, Si así es, la afirmación contraria, «lo contrario de cualquier gran 4ea no es una gran idea» también debe ser cierta. Hemos llegado entonces a una reducción al absurdo. Si la afirmación contraria es falsa podemos dejar de lado el aforismo porque ha confesado claramente que no es una gran idea.

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