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La historia de La Tirana se remonta a una leyenda que data de año 1535, cuando Diego de Almagro salió del Cusco a conquistar Chile.

Cuentan que en la comitiva iba Huillac Huma, último sacerdote del extinguido culto del sol, a quien acompañaba su hija, Ñusta Huillac que componían la expedición en calidad de prisioneros y rehenes para conservar la sumisión de los miles de yanaconas que lo acompañaban.

Cuando el ejército avanzaba cerca de Pica, huyó la joven seguida por su padre y otros servidores, al bosque de Tamarugos, hoy llamado Pampa del Tamarugal.

Durante cuatro años trataron de defender la causa de su Nación. Ñusta fue temida por sus enemigos y conocida con el nombre de la bella «Tirana del Tamarugal» Un día llegó prisionero ante la joven un extranjero que dijo llamarse Vasco de Almeyda.

El destino quiso que ambos se enamoraran y el español la convenció para que se bautizara. Ella accedió y en los momentos en que Almeyda bautizaba a la joven, sus seguidores se sintieron traicionados y dispararon sus flechas sobre ellos.

Años más tarde el evangelizador de Tarapacá encontró en el claro del bosque del Tamarugal una cruz cristiana, y en el mismo sitio levantó una iglesia que se ha conservado hasta nuestros días con el nombre de «Nuestra Señora del Carmen de la Tirana de Tarapacá».

La fiesta de La Tirana

Los peregrinos vienen de Tacna, de Oruro, de Iquique, de Tucumán, de Santiago, de Ovalle, de La Serena, de Arica y algunos viajan desde Europa y los Estados Unidos.

El pueblo de La Tirana, a unos 20 kilómetros de Pica en medio de la Pampa del Tamarugal, se transforma entre el 12 y el 17 de julio en un hormiguero de gente. Los «bailes chinos» llegan en camiones, buses, camionetas, autos y a algunos a pie, porque quieren pagar mandas. Otros se arrastran arrodillados desde la entrada del pueblo, con las rodillas sangrantes y ayudados por parientes o voluntarios de la Defensa Civil y la Cruz Roja chilena.

Un sinnúmero de tiendas, negocios y locales improvisados para pasar la noche llena las calles del pueblo.

La plaza frente a la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen de La Tirana, y la imagen venerada de la madre de Jesús, han sido debidamente adornadas para las festividades. El Obispo de Iquique viaja cada año a rezar una misa solemne en el lugar.

El baile de La Tirana

Los grupos de baile de La Tirana ensayan todo el año sus coreografías, elaboran con cariño y dedicación sus trajes y sus máscaras, las que evidentemente son interpretaciones de máscaras del carnaval chino.

Como se sabe, numerosos chinos fueron traídos por las empresas salitreras inglesas para trabajar en la pampa y ellos trajeron su carnaval consigo. Los «bailes» se llaman «bailes chinos» en la lengua popular del norte.

Cada baile consta de un número no superior a 20 personas, dirigidas por un líder que lleva la máscara que identifica al grupo. Sea esta un lobo, un diablo o una máscara de fantasía. Los trajes están completamente bordados con figuras como pájaros y cada dibujo o bordado tiene una carácter simbólico.

Estos bailes danzan en la gran explanada frente a la iglesia de La Tirana, que fuera construida, según la leyenda, en la tumba de los amantes que fueron asaeteados en ese lugar.

Los bailes son acompañados por tambores y trompetas, lo que transforma a la plaza en un multicolor y atronador espectáculo que es observado por miles de curiosos y turistas que llegan cada año especialmente a presenciar los homenajes a la Virgen.

Los «bailes» tienen una organización superior en Iquique y ellos elaboraron un reglamento para introducir orden en el caótico espectáculo. Cada «baile» debe llevar un número y este se les entrega de acuerdo a la hora de llegada a un punto en las afueras de La Tirana.

Los «bailes» que no tienen número no pueden entrar al templo y no pueden participar en la procesión posterior. El día 14 de julio la entrada a la Iglesia comienza a ser permitida a partir de las trece horas.

El recorrido que hará el «baile» por las calles de La Tirana antes de entrar a la Iglesia es determinado por el «caporal» de cada cofradía. Cada conjunto sólo puede cantar cuatroestancias en la Iglesia: pueden ser «las entradas»; «las adoraciones»; los «buenos días»; «las buenas tardes»; las «buenas noches» o las «retiradas».

La comunidad que llegue atrasada, podrá solicitar a las otras que le cedan la preferencia para ingresar a saludar a la Virgen.

A las 11 de la mañana se realiza una misa de campaña en la plaza y todas las cofradías se comprometen a guardar absoluto silencio durante la ceremonia. Las cofradías inician su arribo a La Tirana el día doce y siguen llegando hasta la noche del día 15 de Julio.

La «entrada» de los bailes es en la Cruz del Calvario, instalada en la entrada de la calle principal del pueblo. Desde allí inician su marcha bailando y cantando su alegría por haber llegado sanos y salvos a La Tirana y contando las peripecias del camino. Cuando llegan a la entrada del templo los versos cambian de carácter y comienzan a saludar a la Virgen:

Canten, canten, gitanitos

todos llenos de alegría

dentramos a tu templo

a saludar a María

Felices vamos cantando

de ver todos a María

dándole los parabienes

y alabanzas en su día

El baile avanza lentamente hasta llegar al altar y allí cantan el correspondiente saludo, ya sea este «los buenos días«; «las buenas tardes» o «las buenas noches«:

Buenos días tengas,

madre Hija del Eterno Padre

tus morenos te saludan

y aquí vienen a bailarte

La cofradía canta luego la «despedida» y sale del templo retrocediendo, sin darle la espalda a la Virgen en señal de respeto, cantando y bailando.

Cumplido el saludo, la comunidad comienza el baile propiamente tal, obedeciendo a un pito, matraca o trompeta para hacer los giros y mudanzas de los bailes que han sido ensayados todo el año por los bailarines y bailarinas.

Cada uno está atento a la música de su banda que en ocasiones se pierde por el enorme bullicio que reina en la plaza y los bailarines deben, a veces, sólo orientarse por el tronar del tambor para poder llevar el ritmo de su baile.

La vigilia

En la noche del 15 al 16 de julio, los bailes se reúnen en la plaza para hacer la «espera del alba» que es una vigilia en vísperas del día de la Virgen del Carmen. En la plaza se encienden fogatas mientras los bailarines danzan en torno a los fuegos y algunos lanzan fuegos artificiales que brillan en la claridad del cielo de la Pampa.

En la mañana del día 16 los bailes se retiran a sus alojamientos para cambiarse de trajes que son más vistosos que los que traían al ingresar. Una vez vestidos, van al templo a cantar los «buenos días«.

Poco antes de las diez de la mañana una imagen de la virgen, adornada con flores y un poco más pequeña que la que está en el altar mayor de la Iglesia es bajada con rodanas a una tarima y sacada a la plaza.

Las bandas tocan el Himno Nacional, se iza la bandera chilena y se toca la Canción de Yungay, ya que la Virgen del Carmen es la patrona del Ejército de Chile. Luego enmudecen las matracas, las trompetas y los bombos y la virgen es saludada con pañuelos.

Luego es oficiada una misa por el Obispo de Iquique, la que es seguida en completo silencio por los asistentes que llenan la explanada. Después de la misa los bailes se retiran a almorzar y a preparase para la procesión de la tarde.

Los peregrinos

Los suplicantes llegan por miles a besar, tocar y santiguarse frente a la «Virgen de Piedra» que es la imagen grande de la Virgen del Carmen que está en la Iglesia. Allí le elevan niñitos y bebés para que los toque la Virgen y le prenden billetes de banco al manto, de tal manera que en pocas horas la Virgen está cubierta de billetes.

Si los peregrinos no han cumplido una promesa le piden perdón de rodillas y llorando. A la Virgen se le pide que ayude en enfermedades, en situaciones económicas, en el resultado de negocios.

La fila de penitentes comienza el 12 y no se detiene ni es interrumpida ni por el frío de la noche pampina, ni por el calor del mediodía. Algunos llegan arrastrándose al templo, de rodillas y sangrando. Otros sostienen hincados en la iglesia velones de un metro y medio de largo hasta que se consumen totalmente en una especie de manda de sacrificio en quietud.

La Virgen pequeña es sacada a las 4 de la tarde de la Iglesia para hacer la procesión acompañada de los bailes. Los promeseros se disputan a empujones el honor de llevar en andas la imagen de la Virgen.

Cuando la Virgen sale del templo es saludada por bandas que tocan cada una la Canción Nacional, por trompetas, matracas, pitos, panderetas y gritos, así como miles de pañuelos agitándose. La virgen es acompañada en su salida de la iglesia por el «baile de los chinos», privilegio que goza esta cofradía desde siempre ya que ese baile es el preferido por «ella», como dice la tradición.

Durante la procesión se sueltan palomas desde los arcos de flores colocados en las calles; se lanza chaya (papel picado en quechua); se canta y se baila.

La despedida

El día 17 concluye la fiesta con los bailes de despedida los que están marcados por la profunda tristeza que les produce a los romeros el tener que abandonar a la Virgen.


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