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El hígado

Es el órgano más grande del cuerpo, llegando en una persona adulta a pesar 1,5 kilogramos.

Se ubica en la parte superior derecha de la cavidad abdominal y es considerado una de las vísceras más importantes y poderosas del cuerpo. De esta manera, cualquier deterioro o merma de sus funciones no solo afecta al sistema digestivo, sino que provoca un desequilibrio a nivel general.

El hígado está cubierto por una capa de tejido conectivo, denominada cápsula de Glisson, y posee dos lóbulos (izquierdo y derecho) de diferente tamaño. Cada lóbulo está constituido por miles de lobulillos, que poseen una forma hexagonal y que están ampliamente irrigados. En el centro de cada uno se sitúa la vena central, la que desemboca en la vena hepática. Además, cuenta con ramas de la arteria hepática y ramas de la vena porta.

Este órgano posee numerosas tareas químicas, por lo que es considerado un verdadero laboratorio. Regula el azúcar en
la sangre, descompone grasas, proteínas y hormonas, almacena vitaminas y minerales y elimina sustancias tóxicas que ingresan al organismo (como alcohol, medicamentos, etc.). Incluso, posee la capacidad de retirar algunas bacterias y los restos sin vida de las células sanguíneas.

También es el encargado de producir un vital fluido digestivo, la bilis, que facilita la digestión de las grasas. Este líquido es conducido desde su fábrica (los hepatocitos o células hepáticas) hacia el exterior del hígado, a través de los finos canalículos biliares, que unidos forman los conductos biliares derecho e izquierdo.

La vesícula biliar

Catalogada como una estructura de almacenamiento, la vesícula biliar es un pequeño saco hueco con forma de pera, de unos ocho centímetros de largo y tres de ancho.

Está ubicada en la parte derecha del abdomen, debajo del hígado y la forman, desde adentro hacia afuera, capas de tejido fibroso, músculos (que se contraen para expulsar la bilis) y una membrana mucosa de revestimiento.

En ella se alberga de manera temporal y continua la bilis y por esta razón se encuentra conectada directamente con el hígado, a través de los conductos biliares.

La vesícula biliar posee, además, importantes conductos, por los cuales vierte su contenido hacia la primera porción del intestino delgado. Entre ellos está el conducto cístico, que sale desde la vesícula biliar y se conecta al dudodeno por el colédoco. Este último es un tubo de, aproximadamente, 10 milímetros, que posee una válvula que abre y cierra el paso del contenido biliar, llamado esfínter de Oddi.

El páncreas

Detrás del estómago encontramos una glándula de forma alargada y plana, que encaja de manera precisa en la vuelta que da el duodeno: el páncreas.

El páncreas no solo destaca por sus funciones digestivas (sus fluidos descomponen los alimentos), sino también hormonales (secreta directamente a la sangre la hormona insulina, que regula la cantidad de glucosa en la sangre).

El páncreas tiene una longitud cercana a los 15 centímetros y es una verdadera cápsula que alberga en su interior numerosos lobulillos, los que producen y secretan enzimas digestivas. Es importante destacar que entre cada uno de ellos se ubican los islotes de Langerhans, verdaderas fábricas de insulina.

Los jugos generados en el páncreas se dirigen por los conductos menores hacia el conducto pancreático principal y accesorio.
Desde allí, a través de un ensanchamiento del duodeno, denominado ampolla de Vater, se abocan a cumplir con su tarea digestiva.


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