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Antes de la llegada de los españoles al continente, el tejido era ya una de las formas artesanales mayor logradas. Desde entonces, la mujeres de la zona central han tenido un papel destacado en este oficio, sin embargo, con la emigración del campo a la ciudad, la actividad ha ido disminuyendo considerablemente.

Pese a todo, aún hay muchos lugares, a través de todo el país, en donde la actividad textil artesanal se preserva hasta hoy.

Si tuviéramos que reseñar la principal actividad textil a lo largo del país, tendríamos que destacar, en el norte, el trabajo que realizan algunos campesinos aymaras del Altiplano; en la zona central, región huasa, las mantas y las fajas; más al sur los tejidos de los mapuches, en donde destacan los ponchos y las alfombras; y finalmente los tejidos de Chiloé, en donde con la gruesa lana artesanal se tejen chombas, gorros y calcetas.
Zona norte

Las comunidades de la zona altiplánica, que desde épocas precolombinas se han dedicado a la cría de alpacas y llamas y desde la Colonia a la cría de ovejas, desarrollaron particularmente su arte textil.

En la actualidad esta tarea se desarrolla en pequeños pueblos interiores de Arica y Antofagasta.

En la localidad de Peine se realizan textiles de llama, vicuña y alpaca, como frazadas, ponchos o bolsos, en tonalidades verdes, azules y moradas, principalmente, en los que se reproducen elementos de la cultura inca como el rombo, la escalera y el zig-zag.

Zona central

A escasos kilómetros al sur de Santiago, en el caserío de Valdivia de Paine, hombres y mujeres practican el tejido. Empleando el telar horizontal y con hilos mercerizados, tejen fajas, chamantos de huaso decorados con franjas de colores. El rojo, el azul, el verde y el amarillo son los colores preferidos.

Más al sur, cerca de Rancagua, en el pueblo de Doñihue, también se tejen hermosos aperos de huaso, pero aquí lo hacen sólo las mujeres en telares verticales de madera pesada. Estos tejidos de hilo se caracterizan por sus dibujos, casi siempre relacionados con las plantas del lugar, hojas de parra, racimos de uva, espigas de trigo, copihues, etc.

Zona sur

En las áreas mapuches los tejidos contemporáneos muestran un fino hilado, figuras rectilíneas y colores parejos con figuras en forma de cruz , rombo, zig-zag, etc.

El telar araucano es el llamado «huitral», consistente en cuatro trozos de madera que se cruzan en los extremos , y tiene una altura de poco más de dos metros. Este trabajo artesanal es esencialmente femenino. Se tejen de esta forma los «chamales» o mantas femeninas y masculinas, ponchos y frazadas, así como también los famosos «choapinos», especie de alfombras, muy codiciadas en el mercado por la calidad del tejido.

El trabajo textil chilote posee características propias; hay presencia de elementos indígenas con otros copiados del extranjero, quizás en los viajes realizados por los habitantes.

Se teje con lana de oveja en telar horizontal pegado al suelo. Esta técnica requiere de gran pericia ya que la posición que debe adoptarse es muy incómoda.

En el pasado, los tejidos de Chiloé tuvieron gran renombre y en las crónicas de marinos y visitantes extranjeros hay referencias de ellos. Hoy sólo se tejen alfombras, mantas, chalones y frazadas muy sencillos. En los centros más poblados de esta región se tejen otras prendas, calcetas, chalecos, y gorros, con lana muy mal hilada y defectuosa, lo que daña mucho. Los principales centros artesanales de la isla son Quinchao, Chaigue y Llingua.


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