Skip to main content

Explorar los viajes de Colón es iniciar un viaje por las aguas de la historia universal donde la perseverancia y la lucha contra el fracaso, se cruzan con descubrimientos únicos y reconocimiento mundial

La historia de Cristóbal Colón comienza un 12 de mayo de 1492 cuando dejó Granada y se dirigió a la villa de Palos a preparar la flota exploradora.

Una vez allí, lo que se presumía un trabajo rápido tardó más de dos meses en quedar a punto, con el fantasma del fracaso flotando de nuevo.

Los viajes de Colón

El presupuesto total de la armada era extraordinario.

De ellos, costeó la Corona algo más de la mitad, siendo distribuido el resto entre la villa de Palos y Colón.

Sobre las embarcaciones, los reyes habían ordenado a las autoridades de los puertos de la zona poner a disposición colombina tres carabelas. Al final serían dos carabelas (Pinta y Niña) y una nao (Santa María).

La carabela Pinta, la más rápida de las tres, fue preparada en los astilleros de Palos. La Niña, también se la conocía con el nombre de Santa Clara, aunque predominaba la denominación popular.

Su capacidad de carga era similar a la de la Pinta. La tercera nave del explorador no era carabela, sino nao y se llamaba Santa María, conocida también por la Gallega, mayor que las otras, más lenta y pesada.

El reclutamiento de la tripulación fue una porfiada prueba para el capitán.

Durante un mes anduvo deambulando por las plazas y puertos y sólo se le apuntaron los del crimen, es decir, cuatro condenados a muerte que por tradición podían sacar de prisión los almirantes de Castilla para que participaran en una armada.

Viaje inicial

Comienza su viaje, y sobrepasadas las semanas, un 1 de octubre Colón empieza a preocuparse, y el 3 se da cuenta de que algo ha fallado con arreglo a sus cálculos iniciales. Se reúnen los tres capitanes, el capitán Martín Alonso Pinzón propone cambiar de rumbo, Colón no accede.

Llegada la noche del 6 al 7, y se produce el primer motín del viaje que protagonizan los marineros de la Santa María.

Ante el peligro, Colón pide apoyo a los Pinzones, que se ponen de su lado y amenazan a los amotinados. Y finalmente la noche del 11 al 12 de octubre, el marinero de la Pinta, un tal Juan Rodríguez Bermejo, más conocido por Rodrigo de Triana, lanzó el grito más ansiado por todos: ¡Tierra!

Esta vez no era una de tantas ilusiones deshechas con el paso de las horas.

Surgía del Océano una isleta plana, del archipiélago de las Bahamas, a la que los nativos llamaban Guanahaní y Colón bautizaría poco después con el nombre de San Salvador.