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Vivir  en guerra debe ser una de las peores pesadillas no sólo para quienes tiene que acudir al frente de batalla sino para todas las personas que son parte de ese pueblo o nación que está involucrada en el conflicto.

Pero no es necesario tener que estar en el frente para saber cómo comienza una guerra. El desacuerdo que se define como una situación de discordia respecto de un tema que atañe a dos o más partes interesadas, es el punto de partida.

En las disputas siempre entramos en la dinámica del más fuerte  y con ello se desata una escalada que muchas veces no lleva a nada bueno. Las emociones van aumentando y con ello las expresiones verbales y gestuales. Una palabra dicha con excesivo énfasis ha sido mal interpretada y el conflicto se desata. Nada que hacer,  la lucha ha comenzado y no sabemos cuándo terminará…

Los conflictos bélicos comienzan del mismo modo que los conflictos humanos, en nada difieren ya que es la falta de entendimiento lo que finalmente termina dañando las relaciones. Pero ¿cómo podríamos entendernos mejor?

Lo primero es escucharnos  verdaderamente, sin desautorizar al otro porque piensa distinto que yo. Lo segundo sería respetar al otro pese a que no piense igual que nosotros. En tercer lugar  sería necesario compartir, pues es en el encuentro con el otro que descubro quien es, conozco su realidad y valoro sus necesidades.

Querer vivir un mundo sin guerras no sería tan complicado si pudiéramos detenernos a pensar antes de actuar para respondernos… ¿realmente gano algo con esto? ¿De qué me sirve haber triunfado? ¿El ser triunfador hace que los demás verdaderamente me respeten? Reflexionemos.

Una vieja canción compuesta por un viejo y mítico músico llamado Paul Mc Cartney, cuenta cómo se vive la guerra desde los dos lados del frente. Ambos soldados, quienes deben pelear uno contra el otro, han olvidado las razones iniciales por las cuales luchan y sólo tienen en su mente a aquellos seres amados que no saben si  podrán volver a ver.

Si tú prefieres vivir en un mundo donde  reine la paz  por sobre  la guerra, entonces practica las 3 claves de la paz: escuchar, respetar y compartir. Parte practicando la paz al interior de tu familia, luego en el colegio, y después en tu barrio. Si practicas el escuchar lo que los otros quieren decir en variadas situaciones, te vas a dar cuenta de que mientras más escuches a los demás respetuosamente, más te va a escuchar la gente a ti. Y mientras más compartas, mejores cosas vendrán.