Skip to main content

¡Qué emocionante! Mi primer trabajo. Mis tíos tienen un compromiso y me han pedido que sea su babysitter. Imagínense, recibir dinero por cuidar a mis dos primos, uno de 4 y el otro de 7 años. A mí me gustan mucho los niños, cuando grande quiero ser educadora de párvulos. Creo que tengo vocación para ello.

No hay más que decir, este viernes por la noche comienza mi carrera profesional y además podré juntar dinero para comprarme algunas cosas de esas que mi madre considera inservibles y jamás me comprará.

Preparo todo lo necesario, no puedo negar que me siento ansiosa y  emocionada pues ellos han confiado en mí a pesar de mis cortos 12 años. Claro, soy la sobrina mayor y ellos saben que yo jamás haría algo que pusiera a mis primos en peligro.

Llega el día y mis tíos se preparan para partir.  Sebastián juega con bloques armando  edificios, carreteras, ciudades enteras. Cuando grande quiere ser constructor igual que su papá. En cambio Ignacio tiene un alma sensible, y hoy está en uno de esos días porque no hay forma que suelte las piernas de la mamá, se hace tarde y mis tíos deben partir, Ignacio queda llorando desconsolado mientras mi tía Alma se despide triste por tener que dejarlo así. Yo le digo que no se preocupe, que se le va a pasar, mientras Nacho desconsolado en la ventana, los ve partir.

Nachito, ven conmigo, ¿juguemos? (nada) Nachito, vamos comer algo rico (nada de nada)… esto es terrible, lleva 15 minutos llorando sin que nada lo calme. El Seba me sopla: Naty, cuéntale un cuento inventado porque esos le gustan a él, los leídos le aburren porque ya los conoce todos.

Yo nunca había contado un cuento, menos inventado, pero con tal de que el Nacho se calmara haría cualquier cosa.
Ven Nacho, siéntate conmigo, te voy a contar un cuento y vas a ver cómo el tiempo pasa volando y llega la mamá. Milagrosamente el Nacho seca sus lágrimas y se sienta conmigo junto al sillón.
– Naty: Había una vez un…
– Nacho: ¡Un dinosaurio!
– Naty: Claro, un dinosaurio llamado…
– Nacho: ¡Tiranosaurio!
– Naty: Claro eso mismo, y vivía en una casa…
– Nacho: No Naty, los dinosaurios tiranosaurios no viven en casas porque cuando ellos vivían no existían las casas.
– Naty: Ah, claro, bueno, vivía en la montaña entonces.
– Nacho: Si, eso en la montaña con los otros amigos Tiranosaurios Rex.
– Naty: Ya perfecto, entonces, el dinosaurio se alimentaba de hierbas y frutos del bosque…
– Nacho: ¡Noooo…¡
– Naty: ¿Qué pasó?
– Nacho: Que los tiranosaurios no comen hierbas porque comen carne de otros animales más chicos que ellos.
– Naty: Ay Nacho, pero este tiranosaurio no podría comerse a otros animalitos, es un tiranosaurio vegetariano.
– Nacho: ¡Nooooo, yo no quiero un tiranosaurio vegetariano, yo quiero uno profesional!
– Naty: Ay Nacho, bueno, como tú quieras, este tiranosaurio profesional era tan, pero tan profesional que se había comido a todos sus amigos y por eso siempre andaba solo y no tenía con quien jugar.
(silencio absoluto)
– Naty: ¿Nacho, Nacho, te dormiste…?

Silencio absoluto, el Nacho se había dormido en el sillón. ¡Qué mágico efecto tienen los cuentos, y qué fácil es inventarlos y mucho más divertido! Creo que cuando grande seré contadora de cuentos profesional.