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Las ballenas son el mayor mamífero en la Tierra,  pueden alcanzar enormes dimensiones, tanto, que el mayor ser viviente que jamás haya existido es la colosal ballena azul, que puede llegar a medir 34 metros y pesar 130 toneladas. Una cifra sin duda excepcional, si se considera que un elefante sólo llega a pesar 7,5 toneladas y ningún dinosaurio llegó a las cien toneladas. Los mamíferos terrestres pueden clasificarse según su forma de extremidades para caminar en:

– Plantígrados: que utilizan toda la palma o planta del pie para caminar, como el oso o el ser humano.

– Digitígrados: que caminan apoyados en los dedos, como el perro y el gato.

– Ungulados: son mamíferos que caminan sobre la uña, que por este motivo se ha transformado en pezuña, como ocurre en los caballos y herbívoros.

Los sentidos: ejemplo de adaptación

El oído

Este órgano se encuentra muy perfeccionado en los mamíferos. Posee una gran sensibilidad, un amplio espectro de ondas perceptibles y una desarrollada capacidad de captación del sonido. Por lo mismo, la mayoría de las especies tiene un oído externo capaz de moverse y orientarse hacia la fuente de la que proviene el sonido.

El olfato

El olfato es uno de los sentidos más importantes y eficaces que existen en los mamíferos. Las señales olfatorias producidas por glándulas ubicadas en diferentes partes del cuerpo, son fundamentales, por ejemplo, para delimitar un territorio, como mecanismo de defensa, para atraer al miembro del sexo opuesto en período de reproducción y, en muchos, casos para ubicar a la presa.

La vista

Este sentido ha perdido importancia en los mamíferos y sus dimensiones, en general, son bastante modestas respecto al cuerpo. Los mamíferos tienen los ojos ubicados en un plano frontal que permiten una excelente visión en profundidad (visión estereoscópica), lo que mejora enormemente el sentido de la perspectiva.

Sistema de calefacción

Para mantener el calor corporal, los pinnípedos poseen un sistema bastante particular. Consiste en que la arteria que lleva la sangre hasta la aleta está rodeado por cinco venas, a través de las cuales la sangre venosa absorbe el calor de la arteria, evitando su pérdida por la aleta. Además, esta se va calentando gracias a las contracciones que le son propias, con lo que también la sangre arterial se preserva de la pérdida de calor.