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Ambrosio O’Higgins nació hacia 1716 en Ballenary, Irlanda. Realizó sus estudios en su patria, de la que pronto tendría que salir debido a que el dominio inglés sobre Irlanda incluyó la imposición de las ideas religiosas anglicanas. Los católicos fueron excluidos de los cargos públicos y de sus derechos, lo que llevó a muchos irlandeses a abandonar su suelo natal. Gran parte de los migrantes, de los que Ambrosio formó parte, fueron acogidos en España.

Entre 1749 y 1756 residió en Cádiz, dedicándose -como la mayoría de los residentes en aquella ciudad- al comercio. En 1756, viajó a América con el propósito de mantenerse en aquel giro económico, y en Buenos Aires entró en contacto con Domingo Basavilbaso, uno de los más acaudalados comerciantes de ese puerto.

En 1756 arribó por primera vez a Chile, territorio en el que ocuparía importantes cargos hasta llegar a ser su Gobernador (1788-1796). Aquí conoció a Albano Pereira, comerciante portugués que residía en el territorio y llegaría a ser uno de sus mejores amigos. Desde Chile, partió hacia Lima, donde se estableció con una tienda.

En 1757, se dirigió a Panamá y luego a España, donde solicitó su naturalización para que se le permitiera dedicarse al comercio tranquilamente (1761). Entre 1796 y 1801, fecha de su fallecimiento, fue Virrey del Perú.

Funcionario de la Corona

Sus contactos le permitieron ser designado como ingeniero delineador en Chile, asignándosele el grado de subteniente del ejército. En estas labores trabajó con un compatriota suyo, Juan Garland. Ambos arribaron en 1763 y a inicios del año siguiente comenzaron sus labores con el reconocimiento de la plaza de Valdivia.

En 1766 viajó a España, desde donde retornó al país dos años después a ejercer su antiguo puesto, ascendido ahora a capitán de dragones (1769). Sus méritos y capacidades pronto se hicieron notar y en 1773 el Virrey Manuel de Amat lo nombró comandante de un cuerpo de caballería en la Frontera de Arauco, con el grado de teniente coronel.

Fue durante el gobierno de Agustín de Jáuregui cuando su carrera se vio catapultada; este Gobernador lo tenía en muy alta estima y lo recomendó a la Corte. En 1776, fue nombrado Gobernador interino de Concepción y al año siguiente obtuvo el grado de coronel. Su influencia también se manifestó en el gobierno de Ambrosio de Benavides. En 1783, fue ascendido a brigadier y tres años más tarde se le nombró Gobernador de la provincia de Concepción.

En 1788 alcanzó el cargo de Gobernador de Chile, que sirvió hasta 1796 cuando fue promovido a Virrey del Perú. Ese mismo año se le concedió el título nobiliario de marqués de Osorno.

Bernardo: el hijo

Cuando Ambrosio O’Higgins ocupaba el cargo de Gobernador de Concepción (1777), conoció en Chillán a la joven Isabel Riquelme, con quien lo separaban 39 años de edad. La muchacha quedó prendada del maduro irlandés, entregándose a sus requerimientos amorosos bajo promesa de matrimonio. Fruto de esta relación nació, en 1778, Bernardo, futuro Libertador de Chile.

Ambrosio siempre se ocupó de su hijo, quien fue bautizado dejándose constancia expresa del nombre de su padre. El comerciante portugués Albano Pereira, su amigo, se hizo cargo del niño por petición suya.

En quella época las leyes prohibían a los funcionarios públicos contraer matrimonio, sin previa autorización del Rey, con mujeres de los territorios en los cuales residían. En este sentido no hay constancia de que O’Higgins hubiera solicitado aquel permiso, siendo lógico sostener que su opción fue proteger su promisoria carrera administrativa.

Gobernador de Chile

La labor en que más se destacó Ambrosio O’Higgins -quien de acuerdo a su rango ahora firmaba anteponiendo una O a su apellido, equivalente al «de» español- fue, sin duda, la concerniente a las obras públicas. Fundó varias ciudades tales como Combarbalá -que nació como San Francisco de Borja de Combarbalá- y Vallenar -establecida como San Ambrosio de Vallenar-, ambas en 1788; Santa Rosa de Los Andes, en 1791; San José de Maipo, en 1792; Constitución -originalmente Nueva Bilbao de Gadorqui- y Parral -denominada primero Villa de Reina Luisa del Parral-, en 1795. Además, refundó la ciudad de Osorno en 1796.

Iniciativas suyas fueron la construcción de un camino apto para carretas entre Santiago y Valparaíso, la remodelación de los tajamares del río Mapocho -en cuyas obras trabajó como constructor y también como albañil Joaquín Toesca, según cuenta Vicuña Mackenna- y las mejoras introducidas en el camino a Mendoza, donde se ensanchó la vía y se construyeron refugios.

Impulso a la economía

Gran parte de las obras públicas emprendidas en el gobierno de Ambrosio O’Higgins se relacionaron con el comercio. Ello no es casual, ya que por esos años las medidas adoptadas por la Corona en el sentido de liberalizar esta actividad habían aumentado el tráfico mercantil.

Inquieto y progresista por naturaleza, O’Higgins no descansaba en la búsqueda de nuevas alternativas para promover el desarrollo del territorio. Por ello incentivó el cultivo de varios productos tropicales -tales como azúcar y algodón- y al mismo tiempo impulsó los escasos centros industriales del país: la industria de la jarcia, los cueros y la lana. También alentó el comercio directo con México, Centroamérica y Guayaquil.

Política indígena

En relación a las esporádicas sublevaciones de los indígenas, O’Higgins empleaba la misma táctica que habían utilizado otros gobernadores como Alonso de Ribera y Laso de la Vega, es decir, halagaba a los grupos que eran rivales de los alzados y lograba su apoyo.

Al igual que sus antecesores, convocó a los caciques a un parlamento, celebrado en Negrete en marzo de 1793, con la concurrencia de cerca de 200 dignatarios mapuche. En él se arribó a algunos acuerdos como el libre tránsito de los españoles por aquel territorio, la paz entre algunos grupos de naturales, la entrega de prófugos españoles y el restablecimiento del comercio mutuo. La reunión finalizó con los banquetes y festejos acostumbrados.

En cuanto a las encomiendas -institución que desde el siglo XVII venía perdiendo su importancia debido a la desaparición de los naturales como resultado de los malos tratos, las epidemias y el mestizaje-, Ambrosio O’Higgins declaró abolido el servicio personal de los indígenas en 1789. Esta medida fue complementada por una Real Cédula de 1791, que lo eliminó definitivamente.

Virrey del Perú

Ambrosio O’Higgins asumió formalmente como Virrey del Perú en junio de 1796, y ejerció el cargo hasta su muerte, ocurrida en marzo de 1801. Su administración se caracterizó, como en Chile, por su preocupación por las materias de orden urbano. En este sentido, es digno destacar que él mismo año en el cual asumió dictó un bando de gobierno y policía que abarcó un sinnúmero de materias, desde cuestiones municipales hasta la vestimenta de las mujeres, pasando por aseo, ornato y otras.

Asimismo, durante su administración se concluyeron las obras de las torres de la Catedral de Lima. En 1797, debió arbitrar varias medidas para socorrer a los habitantes de Riobamba, Ambato y otras localidades afectadas por un violento sismo. En todas estas labores demostró sus aptitudes de administrador. O’Higgins murió soltero, pero antes de fallecer dispuso su testamento, dejando algunos de sus bienes a su hijo Bernardo.


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