Antonia, era una joven de 16 años que le encantaba el océano, ella vivía en La Serena y todas las tardes iba a la playa.
Una tarde mientras estaba sentada mirando la puesta de sol, ve a lo lejos algo abstracto saltando de un lado para otro, ya que no se distinguía bien.
Antonia se acercó más a la orilla… como aún no sabía lo era se fue a su casa con el pensamiento de que eran unos delfines.
Al otro día cuando Antonia fue a la playa en la tarde escuchó una voz delicada y dulce. Mientras escuchaba esa canción no podía contener el sueño y las ganas de dormir; con el sonido de las olas, la arena cálida, y esa dulce voz Antonia se quedó dormida.
Despertó en la noche y aún se escuchaba esa voz. Antonia tomó un bote y remó hasta el horizonte, dos horas después Antonia se encontró con una sirena, y como Antonia estaba medio dormida y no creía en las sirenas pensó que era un sueño. La sirena le dijo: «No es un sueño, yo soy la sirena Arellys, y sé que te gusta mucho el océano y no crees en nosotras». Antonia asombrada le dijo: «Tienes una voz hermosa».
– Antonia, ven todas las tardes y las sirenas se pondrán alegres -dijo Arellys-.
– Así lo haré -dijo Antonia-.
– Y recuerda Antonia, no pierdas de vista el horizonte… nosotras las sirenas siempre estaremos cantando.