En la cuidad de Galicia, vivía la familia Robinson, que tenía un hijo llamado Nicolás y una bebé llamada Francisca.
Nicolás tenía la tez blanca, pelo rubio y ojos verdes. Era un pequeño muy amable y cariñoso, pero se acomplejaba por una pena, sentía que desde que nació su pequeña hermana, sus padres ya no le prestaban la misma atención.
Cuando pedía que le leyeran un cuento, su mamá respondía que no podía, porque su pequeña hermana lloraba o tenía otra necesidad.
Cuando su padre regresaba del trabajo, Nicolás le pedía que jugaran al fútbol, pero él respondía que no, porque estaba alimentando a su hermana.
En vista de esas respuestas, Nicolás se sentía cada vez menos querido, ya que su hermana se llevaba constantemente toda la atención de sus padres, que no tenían ni un minuto para él.
Por eso, en aquel momento, Nicolás decidió abandonar su casa para siempre y se puso a caminar sobre la acera. Pero como nadie le prestaba atención, tiró del abrigo de una anciana, diciéndole: ¡señora, estoy perdido, mis padres me han abandonado!
La anciana llevaba un abrigo negro, extraños pájaros sobre su sombrero y pelos en la barbilla. Nicolás se sorprendió y creyó que era una bruja. Ella lo llevó a su casa.
La anciana le preguntó: «¿me gustaría saber por qué te han abandonado tus padres?»
– «Pues, porque han tenido otro bebé y yo soy demasiado mayor para interesarles», respondió Nicolás.
– «¿Sabes?», dijo la anciana, «yo creo que tú estás equivocado, tus padres te quieren igual y desde antes que a tu hermana, ya que tú también fuiste bebé y ahora tus padres deben estar buscándote, muy preocupados por ti».
Nicolás reflexionó un momento. «Entonces ¿mis padres me quieren igual que antes?»
La anciana tomó de la mano a Nicolás y se dirigió a la casa de sus padres.
– «Les devuelvo a vuestro pequeño Nicolás. Lo he encontrado en la calle cuando iba perdido», afirmó la mujer.
Su papá, muy emocionado, le dijo: «Nicolás cuánto te queremos». Y la mamá, con los ojos enrojecidos de tanto llorar, se le acercó diciendo: «cuánto te extrañé hijo querido».