Había una vez una niña que era muy inteligente, cariñosa, tierna, adorable y excelente amiga, no había otra como ella, era la mejor de todas. Recuerdo muy bien cuando me decía: «yo no me enamoraré». Yo sólo me reía y a veces me quedaba en silencio. Ya era tiempo de que ella se enamorara, pero tenía alma de niña pequeña.
Pasábamos la mayor parte del tiempo juntas. Un día, conocimos al chico más lindo, inteligente, tierno, cariñoso, etc. Las dos nos enamoramos de él, pero yo nunca se lo dije, porque ella estaba muy entusiasmada con el chico. Yo pensaba en él, en silencio, pero en cambio ella hablaba todo el día de él. Mi amiga estaba totalmente enamorada.
Pero él estaba enamorado de mí, aunque sabía que éramos amigas inseparables. Pasaron varios meses y él ya no podía más con lo que sentía, vino hacia mi y me dice: «yo a quien quiero es a ti, ya no podía callar más esto». Yo, muy angustiada no sabía qué hacer, estaba entre la espada y la pared: ¿el amor? o ¿la amistad? Tomé la decisión de quedarme con mi amiga,no podia hacerle daño.
Pasaron alrededor de 3 años, ya estábamos a punto de salir de cuarto medio, pero ella seguía totalmente enamorada de él.
Nosotros estábamos totalmente enamorados y nos amábamos en silencio. Él no estuvo con nadie durante estos años. Yo sabía que él me amaba, ya no podiamos ocultar más nuestro gran amor.
Una tarde, mi amiga de toda la vida nos encontró juntos. Ella se fue muy triste, no la había visto así desde la muerte de su madre. Me di cuenta que le afectó mucho, que en realidad ella lo amaba lo mismo que yo o quizás más. Me dolió mucho dañar a mi mejor amiga, así que tomé la decisión de terminar con él. Después nos graduamos, pasó una semana y yo estaba dispuesta a atender todos los caprichos de mi amiga. Esa semana fue la última que lo vi, nunca más supe de él.
Yo preferí sacrificar mi amor, mi gran amor, por mi amiga que estuvo siempre conmigo. Comprendí lo que realmente era la amistad, dejé todo lo más lindo por ella, porque la quería demasiado. Seguimos siempre juntas. Nos fuimos fuera del país a estudiar. Nunca más hablamos del tema, pero las dos sabíamos que no podríamos olvidarlo.
Esta historia demuestra que la amistad pudo mucho más que el amor y que el inmenso cariño que le tenía yo a mi amiga me hizo dejar escapar el amor. Sacrifiqué lo más maravilloso por ella.
Muere Albert Einstein