Érase una vez una señorita que se encontró con una viejecita. Esa viejecita no era muy real ni muy bruja, hacía hechizos para la maldad, pero nadie sabía lo que realmente hacía.
Cuando la bruja le puso un hechizo a la señorita, ésta se puso más y más fea, y empezó a hacer lo mismo que la bruja.
Cuando la bruja le puso el hechizo olvidó pronunciar la palabra mágica y también olvidó un ingrediente. Cuando olvidó ese ingrediente, que eran ancas de rana, la señorita se volvió buena, hacía solamente hechizos para ayudar a las personas.
Cuando una persona le pedía un deseo, éste se cumplía. Y le llamaban el hada. Cuando el hada quiso hacerle un hechizo a la misma bruja que la convirtió en hada, como esa bruja, quería que ella fuera la más fea del mundo, el hada le hizo un hechizo para que fuera la más linda del mundo. Entonces se revirtió el hechizo de la bruja y del hada y se hicieron como antes, o sea personas normales e intentaron hacer un truco de magia pero no les resultó, las personas le pedían un deseo y no se cumplían. Y el hechizo de ambas fue que todos fueran felices.