Había una vez un niño llamado Pablito, a él le gustaba investigar sobre los marcianos.
Un día su papá le dio una lámpara para que la vendiera o la dejara de recuerdo. Al rato después, cuando el niño la estaba limpiando con un viejo chaleco de colegio, de la lámpara salió un polvo amarillo el que se convirtió en genio. El genio le dijo que por haber limpiado la lámpara, le concedía tres deseos.
El niño le dijo su primero deseo: «Mi deseo es ir a Marte a conocer los marcianos».
Así, en un abrir y cerrar de ojos estaban en Marte y con más de 1000 marcianos al lado. Ese día se hizo realidad su sueño de ir a Marte y su otro deseo de viajar a todos los planetas y traer de todos un recuerdo.
Finalmente, el último deseo que le quedaba era volver a la tierra y cuando llegó le contó a todos sus amigos y a su familia todo lo que había visto y de los grandes amigos que encontró.
Mateo de Toro y Zambrano convocó a cabildo abierto