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El calvinismo presentaba una evidente similitud con el luteranismo, pero ofrecía mayor rigor lógico, radicalismo y organización. Calvino afirmó, como Lutero, que la única fuente de la fe es la Biblia, libremente interpretada por cada creyente. Pero respecto de la salvación sostuvo el concepto de la predestinación, es decir, la creencia de que Dios eligió de antemano a los hombres, a unos para la salvación (los elegidos) y a otros para la condenación eterna (los réprobos). Este estricto concepto fatalista constituye uno de los rasgos característicos de la doctrina de Calvino.

Calvino en Ginebra

Radicado en Ginebra, al cabo de cinco años Calvino impuso su absoluto predominio, ejerciendo, por más de dos décadas (1541-1564), una implacable dictadura de carácter teocrático. El poder de Calvino no tuvo límites, pues se consideraba como delegado de Dios en la Tierra.

Este gobierno no sólo controlaba la vida religiosa, sino también la política, la economía, la educación, las entretenciones y la vida familiar. Se vigilaba el actuar privado de cada ginebrino, se reglamentaba su manera de vestir, se condenaba con multas a los que oraban en latín o jugaban a los naipes o a los que reían en un sermón. Enviaba a la muerte a cualquiera que le combatía o no participaba de sus creencias.

Bajo la dirección de Calvino, Ginebra llegó a ser la Roma del protestantismo y de aquí el protestantismo penetró en Francia (hugonotes), los Países Bajos, Inglaterra (puritanos) y Escocia (presbiterianos).

El cisma religioso de Enrique VIII

En Alemania y en Francia la Reforma fue obra de los particulares. En Inglaterra fue decisión del soberano: la voluntad del rey Enrique VIII (1509-1547) determinó la ruptura con el papado.

Cabe destacar que esta crisis tuvo más razones políticas que religiosas. Esto, porque Enrique VIII se quiso divorciar de su mujer, la infanta española Catalina de Aragón (hija de los Reyes Católicos), para casarse con una dama de su corte, Ana Bolena. Como el Papa Clemente VII le negó el divorcio, el rey nombró a un nuevo arzobispo de Canterbury, quien le concedió el divorcio y, además, logró que el Parlamento votara el Acta de Supremacía (1534), que lo proclamaba como “único y supremo jefe de la Iglesia de Inglaterra”.

De esta manera, Enrique VIII desconocía la autoridad papal, pero pretendía conservar la doctrina católica. Quemaba a los protestantes por herejes y ahorcaba a los católicos por traidores.

Después de su muerte, su reforma evolucionó de manera bastante inusual, a través de los reinados de sus tres hijos. Así, Inglaterra fue calvinista durante el reinado de Eduardo VI (1547-1553) y católica en tiempos de María Tudor (1553-1558). Por último, Isabel (1558-1603) organizó definitivamente el anglicanismo, es decir, la Iglesia inglesa (1562), una mezcla de catolicismo y calvinismo.

La reforma de la Iglesia

La tremenda revolución que habían provocado las acciones de Lutero, Calvino y los anglicanos motivaron una reacción de la Iglesia Católica, y esta fue reformarse a sí misma. Este movimiento se conoce como Reforma Católica o Contrarreforma, y permitió a la Iglesia reafirmar su posición en Europa e iniciar la evangelización de los nuevos territorios descubiertos.

El Papa Pablo III convocó el Concilio de Trento que, con dos interrupciones, estuvo reunido desde 1545 hasta 1563 y que confirmó la doctrina tradicional de la Iglesia, a la vez que introdujo importantes reformas referentes a la administración y disciplina.

La obra del Concilio de Trento se completó con las diferentes medidas tomadas por los papas. Bajo el pontificado de Pablo III fueron aprobados los estatutos de la Compañía de Jesús (1540), orden fundada por Ignacio de Loyola y que fue ideada con el fin de apoyar el combate contra el protestantismo. La Compañía de Jesús fue organizada como un verdadero ejército (se consideraban “soldados de Cristo”), regida por la más severa disciplina y su principio fundamental fue la obediencia al papa.

Pablo IV reorganizó la Inquisición y publicó el Indice. La primera, que actuaba desde el siglo XII, fue dotada de nuevos poderes que le permitieron ejercer la vigilancia tanto del clero como del pueblo. El Indice fue un catálogo de libros cuya lectura quedó prohibida a los católicos y que el papa confeccionó con el fin de detener eficientemente la difusión de las ideas de la Reforma.

Resoluciones del Concilio de Trento

Esta asamblea estableció una serie de medidas tanto en el aspecto dogmático como en el disciplinario. Entre ellas se destacan:

-Mantener la organización tradicional de la Iglesia y ratificar al Papa como jefe universal de ésta.

-Determinar como texto legítimo de la Biblia a la Vulgata, traducción latina hecha por San Jerónimo.

-Mantener en siete los sacramentos.

-Mantener el celibato eclesiástico y prohibir la acumulación de beneficios (posesión de varios cargos eclesiásticos).

-Ordenar a los sacerdotes permanecer en sus parroquias, predicar por lo menos una vez a la semana y enseñar el catecismo.

-Crear seminarios donde se formaran sacerdotes instruidos y dignos.

¿Sabías que?

Entre los delitos que perseguía la Inquisición estaban la blasfemia, la bigamia y la brujería. Y las penas por estas faltas iban desde la excomunión y cárcel, hasta la muerte en la hoguera (solo ejecutada por el Estado).