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Nació en Santiago, el 16 de enero de 1911. Sus primeros estudios los realizó en la Escuela Pública de Lontué y, luego, en el Instituto de Humanidades Luis Campino. En 1932 se tituló de abogado, en la Universidad Católica de Chile, y se inició como periodista en el Diario Ilustrado. En un viaje por Europa, como presidente de la Juventud Católica de Chile, conoció al filósofo francés Jacques Maritain, quien influyó en sus ideas.

En 1938 participó en la formación de la Falange Nacional. Fue ministro de Obras Públicas, senador por Atacama y Coquimbo y, en 1957, por Santiago. Luego de ejercer como presidente de la República entre 1964 y 1970, fue elegido nuevamente senador por Santiago, en 1973, asumiendo después la presidencia del Senado. Escribió numerosos libros y ensayos e integró, en 1977, la Comisión Norte-Sur, compuesta por destacadas personalidades. Falleció en Santiago, en 1982.

Altas expectativas

Bajo su lema «revolución en libertad», Eduardo Frei Montalva asumió la presidencia de la República el 4 de noviembre de 1964 y las condiciones imperantes hacían presumir el éxito de su periodo. Poseía un gran apoyo electoral (había triunfado en las elecciones con el 56,1 por ciento de los votos), además de gozar de la primera mayoría en el Senado. En lo económico, el cobre había alcanzado los más altos precios de su historia en los mercados internacionales y, en el plano exterior, contaba con el apoyo de Estados Unidos, con lo que podía obtener créditos para realizar cualquier iniciativa enmarcada dentro de su proyecto de reformas estructurales.

De esta forma, su principal preocupación fue desarrollar el programa de promoción popular, cuyo objetivo fue incorporar en la vida pública a los grupos marginados. Para ello se crearían o ampliarían organizaciones de participación ciudadana, como sindicatos, juntas de vecinos, centros de madres y cooperativas, entre otras.

Un Parlamento para Frei

Bajo el gobierno de Frei se creó el Ministerio de la Vivienda y desarrolló un programa para surtir de moradas definitivas a las familias de ingresos medios y bajos (se construyeron, aproximadamente, 130.000 casas económicas) y se buscó poner en marcha el plan de las vigas maestras, es decir, sentar las bases del nuevo orden político y social a que aspiraba la flamante administración. Estas vigas eran la Reforma Agraria y la chilenización del cobre, los que necesitaban del respaldo del Congreso para implementarlas adecuadamente.

En este ambiente se ideó el lema «un Parlamento para Frei», para enfrentar las elecciones parlamentarias de 1965. En estos comicios, el Partido Demócrata Cristiano logró una amplia mayoría, incrementando su número de diputados, de un 15,4 por ciento en el año 1961, a un 42,3 por ciento y, en el Senado, de un 14,1 por ciento a un 46,4 por ciento.

Lucha contra el analfabetismo

Dentro del programa de promoción popular se intentó, esencialmente, disminuir al mínimo el analfabetismo en nuestro país. Aunque esto no se logró, sí se redujo su tasa, desde un 16,4 por ciento a un 11 por ciento.

Simultáneamente, se llevó a cabo la reforma educacional que, entre sus aspectos más importantes, extendió la enseñanza primaria (llamada desde ese momento Enseñanza Básica) de seis a ocho años y disminuyó la secundaria (denominada luego Enseñanza Media), de seis a cuatro años. Además, esta última fue dividida en dos áreas: científico-humanista y técnico-profesional.

También se promulgó la ley de guarderías infantiles, se edificaron más de tres mil escuelas nuevas y se duplicó el programa de asistencia para los alumnos de escasos recursos.

Reforma agraria

La principal meta de las leyes de Reforma Agraria y de Sindicalización Campesina, aprobadas en enero de 1967, fue la expropiación de latifundios y la redistribución de la tierra, que estaba subexplotada. De esta forma también se podían modernizar los procesos productivos, lo que permitiría elevar considerablemente el rendimiento de los terrenos agrícolas.

Al inicio de la reforma se estableció como fase primaria y transitoria los asentamientos, que eran organizaciones para la explotación de los predios hasta la designación definitiva de la propiedad de ellos y sus deslindes. Estos asentamientos estaban bajo la supervisión de la Corporación de la Reforma Agraria (CORA). Hasta 1970, se expropiaron cerca de 3 millones y medio de hectáreas. Paralelamente, se fomentó la sindicalización campesina, para fortalecer las comunidades agrarias.

Chilenización del cobre

Para el gobierno de Frei, era esencial que el Estado adquiriera la propiedad del cobre, por ser la principal fuente de riquezas del país. Luego de dos negociaciones: la chilenización (1965) y la nacionalización pactada (1969), el Estado obtuvo el 51 por ciento de los paquetes accionarios de las filiales de las empresas estadounidenses que explotaban los yacimientos de cobre de Chuquicamata, El Teniente, La Exótica y Andina. Junto con eso, también se logró de las empresas norteamericanas la concesión de un extenso plan de inversiones para incrementar la producción de este metal. Asimismo, se desarrolló la capacidad de refinar el cobre en Chile y se mejoraron las condiciones de trabajo de los operarios.

Para administrar este enclave económico, se creó la Corporación del Cobre (Codelco), cuya responsabilidad eran las ventas y producción de este recurso.

Esta iniciativa permitió a nuestro país aumentar su Producto Geográfico Bruto en un cinco por ciento y lograr un superávit en la balanza de pagos equivalente a 168 millones de dólares en 1969.


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