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Make – Make

Esta personaje está representado en Isla de Pascua como el creador del mundo. El mito cuenta que Make-Make siempre miraba la Tierra que había creado, pero sentía que algo le faltaba.

Un día, por casualidad, tomó una calabaza que estaba llena de agua, y al mirar dentro vio con asombro que su rostro se reflejaba en ella. Muy sorprendido por lo que había descubierto, saludó a su propia imagen y en ese preciso instante un pájaro de posó sobre su hombro.

Al ver que su imagen en el agua se aparecía con un pico, alas y plumas, Make-Make tomó el reflejo y lo unió con el del pájaro, naciendo así su primogénito.

Después de algún tiempo, Make-Make pensó crear a un ser a su imagen, que supiera hablar y pensar como él lo deseaba. Fue así como probó fecundar las aguas del mar, las que se poblaron de peces.

Finalmente, fecundó una piedra en la que había tierra colorada, y de ella surgió el hombre. Make-Make se puso muy contento al ver que el hombre estaba formado a su imagen y semejanza, pero como encontró que se veía muy solitario, lo hizo dormir y fecundó una de sus costillas izquierdas, creando así a la mujer.

Se dice que en los tiempos antiguos la tierra de Rapa Nui era muy grande, y que Uoke, el dios devastador, tenía gran poder sobre ella.

Podía producir movimientos sísmicos para hundirla o levantarla cuando lo deseaba, usando para ello una palanca. Cierto día, cuando Uoke estaba divirtiéndose levantando parte de Rapa Nui, se le quebró la palanca. De esta manera, Rapa Nui quedó más abajo, y como afloraron solo las cúspides de las montañas, el continente sobresalió. Fue así como se formó esta isla, bautizada con el nombre de Te-Pito-Te-Henua o El Ombligo del Mundo.

Aku-Aku

Una calurosa tarde de verano en Rapa Nui, unos diablos se sacaron la ropa para dormir una siesta.

En ese momento, pasó por ahí un joven llamado Takuihu, quien observó con gran asombro que los cuerpos de los diablos no tenían carne… eran solo esqueletos.

Cuando ya se iba, fue sorprendido por otro diablo que estaba cerca. Este, desesperado, los despertó a gritos y les contó que un hombre los había visto sin ropa. Los diablos, por temor al ridículo en que caerían si el joven contaba lo que había visto, resolvieron matarlo.

Rápidamente dieron alcance a Takuihu y lo interrogaron sobre lo que había visto. El joven, astutamente, los convenció de que no había visto nada; entonces, lo dejaron ir, pero decidieron espiarlo para ver si mentía.

Durante dos días lo vigilaron y estuvieron atentos a todos sus comentarios, pero como el isleño se había dado cuenta de estas maniobras, jamás habló del tema con otras personas.

Finalmente, los diablos decidieron retirarse con la plena seguridad de que el secreto de sus cuerpos no iba a ser conocido por nadie.

Cuando Takuihu se vio libre, tomó un trozo de toromiro (árbol endémico de esta isla) y talló en él la horrible figura que había quedado grabada en su memoria.

Así fue como se crearon las imágenes de estos diablos con forma de esqueleto.