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Este terópodo carnívoro, de la orden de los Saurisquios, vivió en el periodo Cretácico final y su nombre significa «ladrón rápido«. Medía cerca de dos metros de largo y pesaba entre 30 y 35 kilos.

Los expertos aseguran que junto al Deinonychus, su pariente más cercano, tuvieron las más temibles y afiladas garras.

El Velociraptor podía correr a gran velocidad (llegó a alcanzar los 60 km por hora) sobre sus largas patas traseras cuando intentaba cazar pequeños mamíferos o dinosaurios herbívoros, a los que mataba y posteriormente devoraba. Sus presas al verlo se quedaban aterradas, por lo que pocas posibilidades tenían de escapar, ya que clavaba una afilada garra, a modo de espolón, que tenía en uno de los dedos de cada pata.

Varios estudios determinaron que su cabeza era muy grande, a diferencia de algunos de sus parientes, por lo tanto, era más inteligente. Además, también estas investigaciones demostraron que el Velociraptor tenía una excelente audición, un gran sentido del olfato y una visión aguda. Los primeros fósiles se encontraron en el desierto de Gobi (Mongolia) en 1924, luego en Rusia y China.

Estilo de vida

Los paleontólogos creen que a veces este dinosaurio cazaba en manada para lograr matar a presas más grandes, como eran los hadrosaurios y los saurópodos.

También se pensaba que caminaba en puntillas y que de repente daba grandes saltos. Cuando descansaba, toda la longitud de sus pies se posaba en el suelo. Así, podía pasar largos periodos en descanso. Su cola era rígida y poco flexible. Esto se sabe, por los tendones óseos que unían las vértebras de la cola. La única parte elástica estaba cerca de las caderas.

Gran hallazgo

En 1994, en el noreste de China, científicos descubrieron que este dinosaurio estaba recubierto de plumas y no de escamas. Luego de este hallazgo, varios expertos consideran que las aves son descendientes directas de esta especie.

Mandíbula poderosa

La mandíbula de este dinosaurio tenía una serie de poderosos músculos que partían de la parte posterior de la cabeza. Estos proporcionaban gran fuerza al morder. Además, poseían unos 30 afilados dientes curvos y puntiagudos, dispuestos en hileras especialmente adaptados para cortar la carne de sus presas.


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