Satélites naturales
La Luna es el satélite de la Tierra, si bien la Luna y la Tierra tienen un tamaño tan similar que se las puede considerar en algunos momentos como un sistema de dos planetas.
El movimiento de la mayor parte de los satélites conocidos del Sistema Solar alrededor de sus planetas es directo, es decir, de oeste a este y en la misma dirección que giran sus planetas.
Solamente ciertos satélites de grandes planetas exteriores giran en sentido inverso, es decir, de este a oeste y en dirección contraria a la de sus planetas; probablemente fueron capturados por los campos gravitatorios de los planetas algún tiempo después de la formación del Sistema Solar.
Muchos astrónomos creen que Plutón, que se mueve en una órbita independiente alrededor del Sol, pudo haberse originado como satélite de Neptuno; recientemente se ha descubierto que el mismo Plutón tiene un satélite.
¿Qué es un satélite artificial?
El satélite artificial es una de las herramientas más útiles que hasta la fecha haya creado el Hombre. Posibilita observar y controlar nuestro planeta y mirar al Cosmos sin la interposición de la atmósfera.
Se entiende por satélite artificial a cualquiera de los objetos puestos en órbita alrededor de la Tierra. Los objetivos son variados y van desde los fines científicos, tecnológicos a los militares.
Ahora, si lo definimos desde un punto de vista riguroso, un satélite artificial es un objeto no tripulado puesto en órbita alrededor de la Tierra, quedando fuera de esta definición los cohetes lanzadores como las cápsulas tripuladas o de carga, los transbordadores espaciales y las estaciones orbitales. Tampoco son considerados satélites artificiales las sondas espaciales enviadas a cualquier otro destino del Sistema Solar.
El primer satélite artificial
El primer satélite artificial fue lanzado por la Unión Soviética el 4 de octubre de 1957, lo llamaron Sputnik 1. Más tarde Estados Unidos enviaría al espacio su primer satélite artificial. Su nombre era Explorer 1 y fue enviado al espacio el 31 de enero de 1958.
En los años posteriores se han lanzado varios cientos de satélites.
En la actualidad hay satélites de:
Comunicaciones: utilizados para la comunicación telefónica y la transmisión de datos digitales e imágenes de televisión.
Navegación: permiten determinar posiciones en el mar con un error límite de menos de 10 m, y también ayudan a la navegación en la localización de hielos y trazado de corrientes oceánicas.
Meteorológicos: fotografían la Tierra y proporcionan datos a las estaciones meteorológicas para la predicción de las condiciones atmosféricas de todo el mundo.
Estudio de recursos terrestres y científicos: estos últimos se utilizan para estudiar la alta atmósfera, el firmamento, o para probar alguna ley física.
Militares
Alimentación de los satelites artificiales
Los satélites artificiales se alimentan mediante células solares (ver recuadro) por medio baterías que se cargan con ellas y, en algunos casos, reciben la energía de generadores nucleares, en los que el calor producido por la desintegración de los radioisótopos se convierte en energía eléctrica.
Los satélites están equipados con transmisores de radio para enviar datos, con radiorreceptores y circuitos electrónicos de almacenamiento de datos, y con equipos de control como sistemas de radar y de guía para el seguimiento de estrellas.
Los satélites se colocan en órbita mediante cohetes de etapas múltiples denominados lanzadores.
Paneles solares: Especie de alas que llevan algunos satélites y vehículos astronáuticos, las cuales están recubiertas de pequeñas pastillas de silicio o de otra materia idónea. Estas pastillas o láminas, denominadas células solares, tienen la propiedad de transformar la luz del Sol en corriente eléctrica para el funcionamiento de los instrumentos y equipos que transportan.