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Como sabemos, todo ecosistema se compone por factores vivos y no vivos y la interacción de ambos permite la permanencia en el tiempo de un sistema que en todo momento debe estar en equilibrio.

Si bien ambos elementos son modificables, por lo general, son los organismos vivos los que deben adaptarse al medio en el que viven, superando en ocasiones condiciones adversas, como el clima o la cantidad y tipo de alimento (y agua) disponible.

Al interior de cualquier especie, cada individuo posee determinadas características y aptitudes. Siempre existirán algunos con mejores herramientas para adaptarse al medio que lo rodean; algunos rasgos les resultarán más útiles que otros y tendrán más posibilidades de sobrevivir y traspasarlos genéticamente a su descendencia.

Una serie de exigencias medioambientales que se relacionan directamente con la anatomía, funcionamiento y especialización de los organismos que habitan un ecosistema.

Temperatura orgánica

Para todos los organismos vivos, es de suma importancia regular la temperatura corporal. Esto es considerado un proceso vital, ya que gran parte del metabolismo de vegetales y animales puede verse inhibido o alterado por abruptos cambios térmicos.
Cuando hablamos de termorregulación, nos referimos a la capacidad de algunos seres vivos de controlar su temperatura corporal.

Para las plantas, toda adaptación ocurre a nivel celular, resguardando por sobre todo las capacidades fotosintéticas de los organismos. Se ha comprobado que el rendimiento para procesar la energía solar varía entre una y otra especie vegetal, existiendo incluso algunas adaptaciones que permiten a las plantas que habitan los ambientes fríos, sintetizar compuestos especializados en la protección celular.

En cuanto a los animales, los homeotermos (aquellos capaces de regular su temperatura corporal) poseen una serie de respuestas fisiológicas que facilitan la nivelación térmica. Estos organismos, considerando la temperatura del ambiente y la corporal, generan respuestas voluntarias e involuntarias, como la transpiración y el temblor.

Incluso, aquellos animales que no cuentan con glándulas sudoríparas desarrollan mecanismos especiales para eliminar el exceso de calor de sus cuerpos. Un ejemplo de ello es el jadeo de los perros, proceso mediante el cual ingresan rápidamente pequeñas cantidades de aire a los pulmones, lo que produce la evaporación del calor contenido en las vías respiratorias y de grandes cantidades de saliva desde la superficie de la boca y de la lengua.

Consumo hídrico

Para todo ser vivo, es fundamental consumir agua. Si bien gran parte del cuerpo de estos organismos vivos está compuesta por este vital elemento, es necesario contrarrestar las pérdidas o acumulaciones por medio de procesos específicos. Fácilmente, los seres vivos pueden beberla o extraerla de ciertos alimentos, como en el caso de los animales, o absorberla, como sucede con las plantas.

Sin embargo, existen mecanismos más complejos para mantener el equilibrio hídrico. En el caso de las plantas, la apertura o cierre de los estomas (poros ubicados en la superficie de las hojas), que permite aumentar o reducir la pérdida de agua, por medio de la transpiración.

En los animales, la presencia y activación del sistema excretor permite no solo la eliminación de algunos desechos, sino también balancear la cantidad de agua corporal a través del equilibrio de las sales.

Transporte calórico

Todo organismo, tanto animal como vegetal, siempre está perdiendo calor ya sea por el ambiente o debido a procesos biológicos. De esta manera, se identifican cuatro importantes mecanismos a través de los cuales, externamente, se pierde calor y estos son: la radiación (transmisión de energía calórica al ambiente o a otros seres vivos), la conducción (pérdida de calor hacia el suelo o algún objeto), la convección (desde el organismo hacia la capa de aire más inmediata que lo envuelve) y la evaporación (por medio de la respiración y la transpiración).

Disfraz animal

El mimetismo es uno de los mecanismos más curiosos de supervivencia. Consiste en la capacidad que tienen ciertos animales para cambiar tanto la forma de su cuerpo como el color de este, logrando confundirse con el ambiente que lo rodea. El cambio del color de muchos animales es la forma más habitual de camuflaje, como ocurre con el camaleón.

Diferentes mecanismos son los que se activan y logran esta transformación en instantes, siendo los más importantes los de origen hormonal (en el caso de los anfibios) y nervioso (peces). Imitar objetos del entorno, como hojas o ramas, en cuanto a forma y color, constituye también una de las formas más recurrentes de camuflaje.

Datos Icarito

¿Qué desecho animal es altamente rico en fósforo?
El excremento de algunas aves, denominado guano.

¿Cómo se llaman algunos organismos involucrados en el ciclo de nitrógeno?
Nitrosonomas.


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