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LA TERCERA, 10 de diciembre de 2006.
Opinión de Fernando Montes, S.J.
Rector de la Universidad Alberto Hurtado

El Consejo Asesor Presidencial de Educación nace como respuesta al movimiento estudiantil, que hizo estallar en la conciencia nacional la urgencia de encarar la grave situación educacional. Un conjunto de problemas sociales, económicos y educativos ha
impedido por décadas encontrar una solución a este rompecabezas, que entraba nuestro desarrollo. Para evaluar con justicia los resultados del Consejo, hay que confrontarlos con lo que era razonable esperar y con el objetivo que se le asignó. Nos movíamos en un mar de susceptibilidades e intereses encontrados.

El Consejo comenzó en medio de grandes descalificaciones por su amplitud y porque se acusó al presidente de ser estatista. Lo primero se resolvió, en parte, por el trabajo en grupos y lo segundo por las aclaraciones de García Huidobro, que si bien no removieron las prevenciones de algunos, le permitió trabajar incansablemente asegurando a todos la libre expresión de sus ideas.

Se nos pidió relevar los problemas, proponer soluciones, consignar consensos y también los disensos. En tales circunstancias no cabe extrañarse que aparezcan desacuerdos, pero cabe alegrarse de que éstos se manifiesten y que se hayan establecido consensos en puntos importantes.

El consejo no es una instancia legislativa, pero entrega materiales para legislar y muestra los escollos que encontrará cualquier proyecto que se presente.

Siendo un consejo designado, lo importante es la fuerza y seriedad de los argumentos de cada sensibilidad y no las mayorías o minorías, porque estas podrían modificarse agregando otros miembros. Su enorme fortaleza es su debilidad. Ahí estaban presentes profesores y alumnos, sostenedores públicos y privados, estudiosos de la educación, representantes de pueblos indígenas y de visiones religiosas y agnósticas. Percibí que la gente es más abierta a dialogar, confrontando los problemas y escuchando los descargos, que cuando lee los textos finales, donde la desconfianza exige precisiones para evitar el uso sesgado de dichos textos.

Soluciones de fondo

El informe se enfrenta claramente a ancestrales malos hábitos, falta de recursos, intereses privados y públicos, necesidad de ampliación de la cobertura y mejoramiento de la calidad, a la urgencia impostergable y, al mismo tiempo, a la necesidad de tiempo para cristalizar soluciones de fondo no improvisadas, que permitan mejorar lo que tenemos sin introducir luchas estériles.

Existe un amplio consenso en efectuar un cambio profundo en el marco regulatorio, comenzando por la Loce. Se proponen condiciones verificables para impartir educación, creando instancias independientes que aseguren la calidad. Se salvaguarda la libertad de enseñanza y se preserva la autonomía de la educación particular, insistiendo en la importancia de la educación pública, cuyo fortalecimiento es esencial para la equidad.

El análisis se hace, primariamente, en función de la formación integral de los jóvenes y no de los profesores o sostenedores. Por eso hay que revisar a fondo el estatuto docente y el necesario sistema de financiamiento.

El lucro

Un punto controvertido fue el lucro. Estimo que existe un lucro legítimo y que hay manera de regularlo. Es importante evaluar el lucro a partir del fin principal educativo. Si un particular pone recursos e imparte muy buena educación y con eso gana, no veo por qué impedirlo. Si su objetivo es lucrar a costa de injusticia con los profesores o la mala calidad, es obvio que eso no debería permitirse.

Hubiese preferido omitir lo referente a la educación superior, porque es un texto no  consensuado que un grupo trabajó sin el tiempo suficiente. Por eso se propone como un material para el trabajo posterior especializado.

Lamento el retiro de los estudiantes, pues lo fundamental de sus propuestas está asumido en el informe. Todos renunciamos a parte de nuestro pensamiento.

El éxito dependerá del ángulo desde el cual la autoridad procesará el informe. Hay que leerlo desde la conciencia creada por los jóvenes de que los cambios no pueden esperar. Como profesor, antiguo rector de colegio y actual rector de universidad, puedo calibrar la dificultad de una política que debe hacer posible lo que parece a primera vista irrealizable. Pero, finalmente, el arte de la mejor política es ir haciendo posible con sabiduría lo que parece imposible. Agradezco haber sido convocado a esta instancia de diálogo ciudadano. Quedo con esperanzas.


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