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Fecha de edición: 15.07.2008 

El doctor Tomás Mesa, coordinador de la sección pediátrica del Centro del Sueño de la Universidad Católica, explica que los niños no duermen las nueve horas que necesitan para registrar el aprendizaje en su cerebro.

El especialista advierte que la vida moderna está afectando la capacidad biológica del organismo para «guardar» la información en la mente. «El proceso cognitivo se consolida durante la noche, cuando dormimos, y si dormimos menos, no todos los conocimientos se guardan. Por eso, muchos jóvenes suelen ‘quedarse en blanco’ al momento de su examen, ya que precisamente por esta razón, no recuerdan lo que estudiaron», explica. 

Lo malo, agrega, es que hoy es casi normal que los padres dejen a sus hijos quedarse despiertos frente al computador hasta después de las once de la noche -ya sea para chatear o jugar con sus amigos por la red-, y eso no sucede sólo los fines de semana.

Esto se debe, según cree el doctor Mesa, a que habitualmente las personas desconocen las razones por las que no sólo necesitamos dormir, y además, que no son seis, siete ni ocho, sino nueve, las horas de sueño que necesitamos dormir, para que se produzcan los efectos reparadores para el organismo.

Los adelantos (como la electricidad) han prolongado las horas del día para “hacer cosas”, reduciendo las horas de descanso en la noche.

«Durante el sueño tenemos varias etapas, como la denominada no-REM, tipo I, II, III y IV, en la cual las ondas cerebrales se endentecen. Y la etapa REM, donde el cerebro pareciera que estuviera al mismo ritmo que en vigilia, y es el momento en que soñamos. Es especialmente en esta etapa, donde se asienta la memoria y atención. Si nos privamos de esta etapa, que a medida que nos acercamos a la amanecida, es más prolongada e importante, estaremos influyendo en una menor capacidad de aprendizaje y en la conducta durante el día», señala Mesa. En esto, destaca que hay que tener en cuenta, que la mayoría de los jóvenes tienen que levantarse antes de las 7 am.

El sueño es necesario para reparar y mantener al cerebro, y está mediado por muchos procesos hormonales y de funcionamiento de órganos. Cabe recordar que durante el sueño, baja la frecuencia cardiaca y la temperatura, suben algunas hormonas como la melatonina y la de crecimiento. Todo esto explica por qué estamos un tercio de la vida durmiendo.

El especialista del Centro del Sueño de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica destaca además que, muchos estudios mundiales demuestran que con nueve horas de sueño, los niños y jóvenes pueden incrementar significativamente su rendimiento escolar. «Y sin ningún costo familiar. Incluso mejorando su ánimo, lo que también ayudaría a reducir el matonaje y los altos índices de agresividad que hay entre los estudiantes».

Un niño o adolescente que duerme poco, sufre cambios de ánimo y de conducta. Además, puede ponerse hiperactivo y confundirse con un joven hiperkinético o uno que padezca Síndrome de Déficit Atencional. También es posible que lo haga sedentario, pasivo, y esto lo conduzca a padecer de obesidad.

Hay varios estudios en Chile, que demuestran los malos hábitos de los jóvenes y también la alteración del rendimiento escolar.

¿Qué pasa a largo plazo?

Con el tiempo, las trasnochadas jornadas de estudio suelen alterar el ciclo del sueño de la persona.
En la adultez, esto genera diversos trastornos, como bajo rendimiento laboral, conflictos sociales por no cumplir responsabilidades, trastocar los hábitos familiares del resto de las personas e incluso somatizar estos problemas, con cefaleas o jaquecas, depresión, dolores abdominales, entre otros.


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