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Hace un par de décadas existían en Chile varios modelos que destacaban por su experticia al dirigirse al público. Javier Miranda en el ámbito de los medios de comunicación, Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende en el plano de la política fueron algunos de ellos. Hoy, el modelo de habla pública ha cambiado y puntualmente el quiebre se notó en la década de los años noventa.

Actualmente, el lenguaje ha incorporado expresiones vulgares que no siempre son adecuadas a las situaciones de comunicación, pero lo importante no es cultivar una lengua depurada, sino mantener la unidad dentro de la diversidad y esto sería lo que están asegurando los medios de comunicación de habla hispana, a pesar de las diferencias léxicas y de entonación, afirma el grupo de investigadores de la Facultad de Letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile que estudió este fenómeno e indagó en los distintos registros del habla que se utilizan en la Iglesia, en las universidades, en las municipalidades y en los sindicatos, entre otros.

Toda persona que hable en representación de su grupo es motivo interesante de seguimiento, desde el político hasta el representante de una junta de vecinos explica Miriam Cid, investigadora responsable del estudio: “La lengua está cambiando y si la forma es útil para el propósito del hablante, no es ni mejor ni peor que la anterior. El habla es un proceso que no se puede interrumpir, no es bueno normar ni coartar libertades”.
Y es que ya no existe, a diferencia de hace veinte años, un estilo definido de modelos para los diferentes escenarios públicos. Actualmente, éstos son variados y además están introduciendo empleos y usos de expresiones y elementos sintácticos de otros países, explica la académica. 

Aseveración que corrobora José Luis Samaniego, decano de la Facultad de Letras y parte del equipo investigador: “la realidad ha cambiado y lo que hasta hace unos años se entendió como habla pública ya no lo es”. Este cambio se ha producido en todos los niveles socioeconómicos. Tiene que ver con la organización de las sociedades y no con la educación. De hecho, la Revolución Industrial fue la que hizo posible el habla pública dentro del mundo obrero, señala el académico.

Cada acto de habla va acompañado de un patrón prosódico: acentos, timbres y entonaciones que se repiten. El hablante hace los cambios necesarios para atraer la atención y lograr el éxito de su gestión que dependerá en gran medida de su capacidad oratoria, afirma la profesora Ana María Burdach, otra de las investigadoras. «En este aspecto, Ricardo Lagos es un maestro, es un gran estratega porque sabe manejar muy bien su voz lo que ha sido determinante en su éxito», afirma.

Frases cortas como “Este es el Chile que queremos” o “No queremos esto”, formaron parte de su léxico triunfador durante su gobierno.

Los académicos de la lengua consideran que el futuro de ella está en los medios de comunicación, ya que son los que están modelando con más influencia que las academias o las escuelas, dice el decano. “En este momento, son la mejor ayuda para preservar su unidad. De no ser por la prensa escrita del mundo hispánico, el castellano estaría fragmentado en muchos dialectos», concluye Samaniego.

Los resultados de la investigación ya se han publicado en diferentes revistas chilenas y extranjeras (Onomazein, Chile; SouthWest Journal of Linguistist, Texas, USA; LEA de España; Revista Estudios del Discurso de Venezuela, entre otras) y ha sido tema en diversos encuentros académicos. El corpus de habla oral, con más de 25 horas de duración está en Conicyt, por lo que todos los académicos del país pueden consultarlo.


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