La Tercera, 8.10.2006
Por Paulina Sepúlveda
Prescindir del colegio y educar a los niños en familia es una opción en aumento en EE.UU., donde pasaron de 2.000 familias a 100 mil en los últimos 20 años. En Chile, definiciones religiosas, temor a la violencia escolar y críticas al sistema tradicional son algunos motivos que esgrimen las sesenta familias que han optado por enseñar a sus hijos en casa.
Alex (9), al igual que otros niños, ama los dinosaurios. Sabe cómo y cuándo vivieron, sus tipos y data de extinción. Pero mientras el resto aprende de Prehistoria en el colegio, con tareas y disertaciones, Alex lo hace en el patio de su casa, con juguetes, sin horarios y con sus padres como guías. Es la educación en casa o Home Schooling, que Alex Zúñiga y Susan Bastías decidieron entregarle.
Descontento paternal
A principios de los 80 en EE.UU. se escucharon las primeras críticas al sistema educativo, y las de padres que por -religión o doctrinas filosóficas- preferían desescolarizar a sus hijos. El temor generado por tragedias como las de Columbine en 1999, con 13 jóvenes muertos, hizo que más familias tomaran esta opción.
En 1983, nace la Family Learning Association, fundada por Katheleen McCurdy (quien enseñó a sus hijos y nietos en casa), para orientar a los padres. En diciembre de 2002, McCurdy crea la Organización Familia Escolar (OFE), para fomentar el home schooling en Chile y Latinoamérica. Hoy vive en Concepción, asesorando a todos los que desean saber sobre el método.
Al principio su iniciativa era vista como alternativa, pero en cuatro años ya suman sesenta las familias que adoptaron este sistema y que son conducidas por el método desarrollado en EE.UU. por la misma McCurdy. Ella cuenta que esto no debería considerarse como algo nuevo: “Antes todos se educaban así hasta su juventud, para luego aprender un oficio. Solo los más pobres iban a escuelas”.
Educación individualizada
McCurdy señala que el sistema tradicional no considera las múltiples formas en que un niño aprende, estimulando sólo una, haciendo que éste se aburra y saque malas notas. Se debe usar una técnica individualizada con personas relacionadas con los niños: sus padres, quienes “tienen como mínimo 12 años de educación, ellos les enseñaron a caminar y a hablar, y pueden seguir de la misma forma. Si el mundo cree que no están preparados, entonces creen que el colegio no enseña”.
Home School en Chile
La directora de OFE cuenta que hay varias familias más interesadas, pero los limita que no exista un reconocimiento legal. McCurdy reconoce que muchas críticas se enfocan sobre las habilidades sociales de los niños, pero asegura que las aprenden de sus padres y generan más confianza en sí mismos. “Tienen todo el día para socializar, lo que en el colegio hacen en el recreo o al irse”.
Alex Zúñiga señala que sus hijos aprenden más en profundidad y sin el estrés del colegio. “Si en algún momento queremos formalizar sus estudios, haremos el proceso normal”, regulación que el Ministerio de Educación realiza mediante el sistema de exámenes libres.
Para Zúñiga, el costo de llevar a su hijo al colegio, cancelar la matricula y el centro de padres, no es equivalente con el resultado final: “Con eso mismo en casa pago de internet, vamos al museo, al cine, y compramos los materiales que él necesita”.
Las ventajas y críticas a este modelo
Para la sicóloga María Elena Gorostegui, de la U. Católica, la familia como entidad educadora no puede abarcar todas las áreas que los niños necesitan aprender. El ambiente escolar favorece la autoestima y tolerancia, pero en la casa “no tienen referentes y los niños no aprenden a vivir frustraciones, como que otro niño tenga mejores notas”.
Otro problema, señala, es el escaso contacto con pares. “Una de las funciones de la escuela es sociabilizar al niño, enseñarle a convivir con otros e iniciarlo en su vida en sociedad”. Para Montserrat Labarca, sicóloga de la U. Central, los niños no experimentan la vida en la sala de clases, ni las reglas del sistema escolar, sino que es otra realidad.
Académicamente, “quizás la situación es óptima, porque tiene un profesor para él solo, pero eso el extremo de la educación personalizada”, dice Gorostegui. Interactuar más tiempo con la familia, señala Labarca, es bueno para los menores, pero excluirlos de la vida del colegio puede ser un problema.