Las aguas marinas están en constante movimiento, principalmente a causa del viento.
Las olas, cuya forma es similar a una onda, son producidas por el empuje del aire sobre la superficie del mar. Cuando el viento sopla con violencia, las crestas (parte superior) de las olas se fragmentan, y la mezcla del aire y el agua hace que el mar luzca revuelto y espumante.
Los vientos huracanados desplazan a las masas de agua en la dirección en que soplan, determinando una elevación momentánea del nivel del mar (mareas de temporal), de gran peligro para los habitantes de las costas bajas.
Se forman corrientes de superficie cuando los vientos soplan durante mucho tiempo en la misma dirección. Por ejemplo, los vientos alisios empujan hacia el oeste las aguas tropicales. Las grandes corrientes oceánicas tienden a hacer grandes recorridos circulares, influidos por la rotación terrestre.
Las corrientes oceánicas barren las aguas cálidas desde los trópicos hasta los polos, trayendo las aguas frías hasta las zonas más cálidas, lo que contribuye a que la Tierra se mantenga a una temperatura relativamente uniforme. La corriente cálida del Golfo fluye cerca del norte de Europa; por eso, en las costas del suroeste de Gran Bretaña pueden crecer plantas tropicales. Lo opuesto ocurre en las islas Galápagos, situadas cerca del Ecuador, donde encontramos pingüinos, porque la corriente fría de Humboldt fluye cerca de estas islas del Pacífico. Estas corrientes se desplazan por la superficie de los océanos; bajo ellas pueden existir otras en dirección contraria, como el caso de la corriente de Günther, que se mueve bajo la corriente de Humboldt.
El viento es inocente
Hay movimientos que no son generados por el viento, como los movimientos de equilibrio, que son desplazamientos de agua incluso a gran profundidad, provocados por las diferencias de densidad. Las aguas superficiales de las regiones subtropicales y las del continente Antártico descienden de nivel por la evaporación, aumentando su densidad y por lo tanto su peso.
Los tsunamis -nombre japonés del maremoto-, son olas gigantescas producidas por temblores que se producen cerca de las costas o que provocan el deslizamiento de fondo marino. Pueden recorrer grandes distancias, hasta llegar muy lejos del terremoto que las provocó. Cuando las ondas alcanzan la plataforma continental, se elevan en olas con una altura promedio de 30 metros, que inundan el litoral con efectos desastrosos.
Las mareas son movimientos de ascenso y descenso periódico del nivel de los océanos, producidos por la atracción gravitatoria del Sol y la Luna. La amplitud de las mareas varía según su localización: son casi nulas en los mares cerrados, como el Mediterráneo, medias en los océanos, y grandes en las zonas marítimas encajonadas o de poca profundidad.
Existen tres clases de mareas: las semidiurnas, que se producen dos veces al día y que tienen dos pleamares (subidas) y dos bajamares (descensos), con un intervalo de seis horas; las diurnas se producen una vez al día, con una pleamar y una bajamar; y, las mixtas, que son una combinación de ambas.
Los ciclos de las mareas se repiten cada día lunar, que dura 24 horas y 50 minutos; pero cada 28 días se repite otro ciclo, el de las mareas muertas y las vivas, relacionado a las fases lunares (nueva, creciente, llena y menguante).
Las mareas vivas o altas se producen cuando la Tierra, la Luna y el Sol están ubicados en un mismo plano en línea recta. Ocurren durante las fases de Luna nueva y llena.
Las mareas muertas o bajas suceden cuando el Sol y la Luna tienen sus campos gravitatorios en oposición, formando un ángulo recto entre ellos y la Tierra. Las mareas bajan ocurren una semana después de las vivas, cuando la Luna está en cuarto creciente o cuarto menguante.