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La erupción volcánica se produce a causa de un aumento de temperatura en las capas inferiores de la litosfera, que provoca el derretimiento del magma. Este último se acumula en cámaras magmáticas y al aumentar su presión tiende a salir hacia la superficie. Si bien este incremento en la temperatura puede deberse a fenómenos locales, las principales zonas de actividad volcánica en la corteza terrestre son:

– Zonas de subducción: el roce de las placas tectónicas produce un aumento de temperatura que derrite material de la litosfera, produciendo cámaras magmáticas. Este tipo de zona se da en la cordillera de los Andes y en islas cercanas a Japón.

– Zonas de abducción: el calor del magma que intenta subir a la superficie como consecuencia de las corrientes de convección, calienta el material del fondo marino, emergiendo a veces volcanes en la zona de las cordilleras dorsales (marinas o terrestres). Ejemplo de esto son la isla de Pascua (océano Pacífico) e Islandia (océano Atlántico).

– Manchas de calor o hotspot: son zonas en las que el material, proveniente de capas muy profundas de la corteza, asciende con gran rapidez. En ocasiones, esto provoca que se perfore la litosfera y el material magmático salga a la superficie.

A causa del desplazamiento de las placas litosféricas sobre estos puntos, se originan volcanes. Un conocido hotspot en el oceáno Pacífico es el que pertenece la isla de Hawai.

Magma y lava

Muchas veces se confunden estos dos términos, porque están estrechamente relacionados; en la práctica son distintos.

El magma es una masa de roca fundida que se acumula en las cámaras magmáticas, en las profundidades de la Tierra. En algunas ocasiones, el magma se abre paso hasta debajo de la corteza, donde empieza a enfriarse, formando rocas sólidas, llamadas ígneas. Sin embargo, los puntos débiles en la corteza dejan subir el magma hacia la superficie por la chimenea de un volcán. Cuando éste asciende, los gases que lleva disueltos se separan del magma y provocan un enorme aumento de la presión justo antes de la erupción, incrementando la explosión al salir.

Lava es el nombre que se da al magma cuando sale a la superficie desde la chimenea de un volcán durante una erupción. Es de color rojo y su densidad depende de la temperatura y composición que traiga el magma.

El flujo con que la lava se desliza al salir de un volcán posee tres formas:

– A’a: la corriente de lava se caracteriza por tener una superficie irregular y rugosa. Avanza a una velocidad de 5 a 50 metros por hora, ya que se solidifica rápidamente.

– Pahoehoe: la lava líquida está a una alta temperatura y tiene una apariencia lisa. Los gases se escapan lentamente.

– Lava almohadillada: se forma en las profundidades marinas o cuando la lava que se desliza por las vertientes entra en contacto con el mar, ríos o lagos. Al deslizarse, la lava adquiere una forma de almohada, por eso su nombre. La mayoría de los volcanes están situados cerca o debajo del agua.

Tipos de erupciones

La temperatura con que sale el magma desde el interior de un volcán determina la cantidad de gases que acompañan a la lava, su fluidez y densidad.

Se distinguen cuatro tipos de erupciones volcánicas:

– Hawaiano: es un volcán cuya punta del cráter es redonda. Surge por erupciones pasivas. Al salir de la chimenea del volcán, la lava se desliza con facilidad por la laderas, alcanzado grandes extensiones. Estos volcanes son típicos de las islas del océano Pacífico.

– Estromboliano: posee una lava fluida, pero con mayor densidad que la hawaiana; los gases ascienden hacia la superficie formando burbujas, que explotan en forma regular. Al descender, la lava no alcanza gran extensión.

– Vulcaniano: tiene forma cónica, generada por erupciones que arrojan grandes nubes de cenizas. El magma que se expulsa por la chimenea es muy viscoso, no fluye con facilidad y se solidifica con rapidez.

– Peleano: el magma que sube por la chimenea es extremadamente denso y demora en salir. Por eso, algunas veces el material se solidifica durante el ascenso y tapa el cráter. Si llega a la superficie, la enorme presión de los gases provoca erupciones extremadamente violentas, por lo que termina explotando todo el aparato volcánico.

Sus efectos

Lamentablemente la mayoría de las erupciones volcánicas deja graves daños. Algunos de los efectos que producen las actividades volcánicas son:

– Los pueblos y las ciudades cercanos a los volcanes pueden quedar sepultados por la lava y rocas, debido a la velocidad que alcanzan al descender.

– La flora y fauna mueren producto de la composición química de las cenizas.

– Las cenizas también pueden dañar grandes infraestructuras, como son los puentes y las carreteras.

– Los gases volcánicos pueden envenenar las fuentes naturales y artificiales de agua con grave riesgo para la salud humana, agricultura y ganadería. También las rocas y la lava pueden tapar los cauces de los ríos y canales artificiales, causando inundaciones en algunos sectores y sequías en otros.

– Los volcanes submarinos, cerca de las costas, pueden provocar un tsunami.

Volcanes bajo el mar

Son fisuras de la Tierra que se encuentran bajo el fondo marino (a más de 2.000 metros), en las que pueden ocurrir erupciones.

La gran mayoría está en áreas donde hay movimiento de placas tectónicas.

La presencia de agua altera considerablemente las características de una erupción volcánica, porque el suelo oceánico es muy delgado y puede ser perforado por el magma que está abajo, sobre todo en las líneas de fractura de los márgenes de las placas tectónicas.

La temperatura del agua marina también provoca que el magma se solidifique mucho más rápido que en una erupción terrestre. La lava de estos volcanes es diferente a la terrestre, ya que al juntarse con el agua, se forma una pasta sólida.

El flujo que avanza en esta pasta forma lo que se conoce como lava almohadillada.

Asimismo, la presión submarina supera en casi 250 veces las condiciones normales y provoca que el volcán se asome a la superficie, formando una isla.

Volcanes reactivos

Tristan da Cunha es una isla del Atlántico Sur, cuyo volcán del mismo nombre se creía extinguido, pero en 1961 entró sorpresivamente en erupción. Los 270 habitantes de la isla se salvaron, porque escaparon en embarcaciones hacia zonas vecinas.

Otro volcán que se pensaba que estaba extinguido era el Helgafell, ubicado en la isla de Heimaey, en Islandia. Sin embargo, en 1973, entró en erupción, dejando a muchos isleños sin casa, ya que la lava llegó hasta el puerto pesquero.


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