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A fines de noviembre de 1990, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas lanzó un ultimátum a Irak, amenazándolo con entrar en guerra si no se retiraba de Kuwait. Al día siguiente, Irak anunció el rechazo de esta medida y anunció que no cedería ante la presión internacional. No obstante lo anterior, el ataque armado seguía siendo la última opción para solucionar el problema. El 1 de diciembre, el Presidente George H. Bush dijo públicamente que se realizarían negociaciones directas con el líder iraquí para buscar una salida pacífica, y si bien se reunieron los ministros de Asuntos Exteriores, estos no llegaron a ningún acuerdo.

Mientras se continuaba buscando una solución por la vía diplomática, la acción contra Irak se fue completando y se estableció un bloqueo y embargo totales. A mediados de enero de 1991 y a pesar de la presión que la comunidad internacional ejercía sobre Irak, no se vislumbraba un acuerdo satisfactorio; la guerra se impuso como la medida final para lograr que el gobierno de Bagdad desistiera de la invasión kuwaití. Fue así como el 16 de enero la fuerza multinacional aliada inició el ataque con fuertes bombardeos aéreos contra los territorios de Kuwait e Irak, cuyo objetivo era evacuar Kuwait y derrocar el régimen de Hussein.

Síndrome de la Guerra del Golfo

Muchos de los soldados que participaron en el conflicto del Golfo Pérsico manifestaron, posteriormente, síntomas como problemas cognoscitivos, fatiga, erupciones en la piel, dolor en músculos y articulaciones y diarrea. Al conjunto de estos cuadros sin explicación aparente se les denominó Síndrome de la Guerra del Golfo Pérsico.

Se cree que entre sus causas podrían estar la exposición a armas químicas, especialmente gas neurotóxico, la inhalación del humo proveniente de las refinerías de petróleo y factores sicológicos como el estrés sufrido durante y después de la guerra.

Además, se le atribuye como causa la vacunación realizada a los soldados estadounidenses antes de partir al Golfo para resistir la acción de eventuales armas químicas, pues se utilizó una sustancia cuya inocuidad no estaba debidamente certificada.

De acuerdo con datos del Instituto Americano de Medicina Laboral y del Medio Ambiente, al menos el 12% de los ex combatientes recibe alguna compensación por discapacidad debido a las secuelas que les provocó el haber participado en el conflicto contra Irak.


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