Los primeros murales
En 1879 fueron descubiertas las impresionantes pinturas rupestres de Altamira, en la provincia española de Santander. Esto desbarató las concepciones existentes sobre la capacidad artística del hombre prehistórico. De hecho, muchos estudiosos negaron su autenticidad, porque pensaban que los cazadores del paleolítico superior no podían tener la habilidad o la sensibilidad suficiente para crear obras de arte tan expresivas y perfectas.
Pero en 1901, en la localidad francesa de Dordoña se encontró una cueva con grabados similares a los de Altamira. A partir de ese momento los investigadores se pusieron a descifrar las figuras.En Altamira, una cueva de apenas 18 metros de largo por nueve de ancho, se descubrieron cerca de un centenar de dibujos, casi todos de animales -al igual que en Dordoña-. El más destacado era un bisonte a punto de atacar, pintado de rojo.
En 1940 fue hallada la caverna de Lascaux, también en Francia, donde, entre muchos otros grabados, hay una escena de caza en la que se ve a un bisonte, al parecer herido, embistiendo a un hombre que cae con la lanza desprendida. Otras manifestaciones similares se han encontrado en distintos lugares del mundo, permitiendo clarificar los motivos y elementos usados por el hombre para pintar hace más de 25 mil años.