Fecha de edición: 27/04/2009
Las cifras son alarmantes. Chile es uno de los países con más altos índices de consumo de bebidas azucaradas en el mundo, el cual se ha duplicado en los últimos 30 años en los menores en edad escolar. De esta forma, nos estamos acercando peligrosamente a las estadísticas estadounidenses, donde los expertos ya han encendido las alarmas y proponen aplicar impuestos sobre estas bebidas gaseosas, con el objetivo de combatir la obesidad infantil. Y en Chile ¿qué haremos al respecto?
El académico del Departamento de Ingeniería Química y Ambiental de la Universidad Santa María, Ricardo Simpson, cuenta que en nuestro país el consumo per cápita de bebidas gaseosas es de 100 litros al año, superando ampliamente el promedio mundial, que alcanza sólo los 30 litros por persona en el mismo período.
Sin ir más lejos, según los reportes entregados por la Asociación Nacional de Bebidas Refrescantes (ANBER), el año pasado se vendieron 2.153 millones de litros de gaseosas, lo que refleja un 5% de crecimiento respecto al 2007. De éstos, 1.773 millones de litros corresponden a gaseosas azucaradas (3,7% más que el 2007); 213 millones de litros de agua (11,5% más que el 2007); 159 millones de litros de jugos y néctares (9,7% más que el 2007) y 7.2 millones de litros de bebidas para deportistas.
Por otro lado, la obesidad infantil es considerada actualmente una epidemia global, especialmente por su asociación con factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares, problemas en las articulaciones, desórdenes del sueño, cálculos en la vesícula y resistencia a la insulina, entre otros.
En la actualidad, en Chile, hechos positivos como el aumento del ingreso per cápita, la disminución de la pobreza y la mayor oferta de productos alimentarios, tienen su contrapartida en el preocupante aumento de la obesidad.
“El principal problema de éstas es que pese a la cantidad de calorías que se consumen al beberlas, no satisfacen ni tampoco aportan ningún tipo de nutrientes, tales como vitaminas o minerales. Básicamente son agua con azúcar, a diferencia de las grasas, que al comerlas al menos, dan la sensaciónd de saciedad”, explican el académico y la asistente de investigación,
Marlene Pinto.
Así, Simpson explica que considerando que en la elaboración de las bebidas gaseosas se utilizan ingredientes y aditivos permitidos por el Reglamento Sanitario de los Alimentos (RSA), que incluyen jarabe simple (agua y azúcar), saborizantes, acidulantes y preservantes y se le agrega anhídrido carbónico, “es fácil concluir que el aporte de las bebidas gaseosa son sólo calorías. Por ejemplo, un vaso de 200 cc de bebida azucarada contiene 80 calorías, mientras que una manzana tiene sólo 35, y adicionalmente, aporta una gran variedad de nutrientes”.
De ahí que según el ingeniero, reducirlas de la dieta no tiene nada negativo y es una de las formas más fáciles de atacar la obesidad. No obstante, si bien reconoce la necesidad de tomar medidas al respecto, aclara que incrementar los impuestos a las gaseosas es sólo una de las posibilidades y, además, hay una serie de otros factores y alimentos que influyen en que una persona sea obesa.
Los estudios nacionales concuerdan en destacar la falta de actividad física y el considerable número de horas frente al televisor en los escolares, así como su preferencia por los alimentos de alta densidad energética y bebidas publicitadas en televisión. Es por eso que “cambios pequeños pero sostenidos en la dieta base, con especial énfasis en la disminución de los alimentos ricos en grasas y azúcares, y por otra parte un aumento en la actividad física de la población infantil podrían ser capaces de nivelar los índices de obesidad”, dicen.
A eso agregan que “los padres deberían promover el consumo limitado de bebidas gaseosas y azucaradas, junto con lo que deberían incentivarse políticas que limiten el acceso de los niños a estas bebidas en jardines y escuelas. Además, la implementación de actividades aeróbicas colectivas de corta duración (15 a 20 min.) durante los recreos, dirigidos por un profesor de educación física o alumnos de cursos superiores, pueden resultar entretenidas y muy efectivas».
(Universidad Técnica Federico Santa María)
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