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Como en el Antiguo Testamento hay varias versiones de esta historia, con varias enumeraciones diferentes, Agustín de Hipona (354-430) numeró de manera más o menos arbitraria una de esas listas de órdenes. Así fueron popularizadas por la Iglesia, y desde el concilio de Trento fueron convertidas en dogma oficial de la Iglesia Católica. La misma numeración es usada por los luteranos, pero no por otras iglesias protestantes u ortodoxas, ni por los judíos.
Desde antiguo estos mandatos se han expresado en versiones abreviadas, el tipo de mensaje que los fieles pueden comprender y recordar. En la lista del catecismo católico toman la siguiente forma:

1.- Amarás a Dios sobre todas las cosas.
2.- No tomarás el Nombre de Dios en vano.
3.- Santificarás las fiestas.
4.- Honrarás a tu padre y a tu madre.
5.- No matarás.
6.- No cometerás actos impuros.
7.- No robarás.
8.- No dirás falso testimonio ni mentirás.
9.- No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
10.-No codiciarás los bienes ajenos.

Además, el catecismo católico, a partir de Mateo 2;37-39[1] resume los mandamientos: «Estos diez Mandamientos se reúnen en dos; amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo».

Sin embargo las discrepancias entre las distintas observancias cristianas y judías derivan de la interpretación, y a menudo también de qué otras fuentes se considera oportuno atender. El resultado son listas alternativas por su formulación u orden. La versión más popular entre las iglesias protestantes, salvo la luterana, para algunos más fiel a la enumeración del capítulo 20 del Éxodo, dice:

No tendrás dioses ajenos delante de mí.
No te harás imagen.
No tomarás el nombre del Señor, tu Dios, en vano.
Acuérdate del sábado para santificarlo.
Honra a tu padre y a tu madre.
No matarás.
No cometerás adulterio.
No hurtarás.
No dirás contra tu prójimo falso testimonio.
No codiciarás.

Puede observarse que la mayor discrepancia se refiere al asunto de las imágenes, en el que aparece un problema clásico de interpretación. Aunque la prohibición es expresa en el texto bíblico, la tradición católica considera desde el segundo concilio de Nicea de 787 que la encarnación (la asunción por Yahvé de la forma y la naturaleza humana de Jesús) equivale a una revocación práctica de aquella prohibición; y también que el fondo de la prohibición aparece ya reflejado en el primer mandamiento.

Otras diferencias surgen de la ampliación o reinterpretación que se hacen derivar de otras partes de la escritura sagrada. Para los católicos la fuente adicional más importante es el evangelio de Mateo y para los protestantes los escritos atribuidos a san Pablo.

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días enseña que todavía se aplica este pasaje de Deuteronomio 7:13: «Y te amará, te bendecirá y te multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano, tu mosto, tu aceite, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas, en la tierra…» Enseña en una escritura moderna llamada Doctrina y Convenios, que Dios ha prometido bendiciones similares para las comunidades que guarden los diez mandamientos hoy en día (59:16-19). Se incluyen los principios de:

Ser honestos.
Obedecer la ley de castidad antes de casarse en el matrimonio.
No participar en el aborto.
No mirar imágenes sexuales.

Que la ley de Moisés (que pertenece a los muchos mandatos y leyes adicionales y el sacrificio de animales) se cumplió con la resurrección de Jesucristo, pero los diez mandamientos permanecen.


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