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La llamada Batalla de Stalingrado fue un épico enfrentamiento entre las fuerzas alemanas de Adolf Hitler y la defensa de los ejércitos soviéticos por la ciudad de Stalingrado (hoy Volgogrado) entre junio de 1942 y febrero de 1943, durante la Gran Guerra Patria (Segunda Guerra Mundial).


La huida de Timoschenko hacia el Volga en dirección a Stalingrado, convirtió a esa ciudad en objetivo. El VI Ejército de Paulus y el 4º Ejército blindado intentaban cortar la retirada a los rusos antes de que éstos se reagruparan y atacaran Rostov y luego fueran a reforzar las líneas defensivas del Cáucaso.

 

Las provisiones de combustible eran alarmantemente escasas para los alemanes y sucedió que Hitler tomó una decisión fatal: dividió sus fuerzas frente a Stalingrado, quitándole las unidades mecanizadas al VI Ejército de Paulus, desviando el ejército de von Hoth hacia el sur. La idea del Führer era atacar en dos etapas. A esto se opuso Von Bock, el cual fue destituido usando como pretexto la demora presentada en Voronezh. A Hitler le obsesionaba la idea de anular los restos de las fuerzas de Timoshenko antes de que reforzaran Rostov, lo cual no se logró a plena cabalidad. Rostov fue atacado y reconquistado por los alemanes.

 

El 19 de julio, Stalin ordenó a Stalingrado el estado de sitio total y se comenzaron los preparativos para resistir a los alemanes que se acercaban. No se permitió a los civiles abandonar la ciudad (para alentar a todo el pueblo soviético con la valentía de los habitantes).

El 23 de julio Hitler, confiado en que la fuga del resto de los ejércitos rusos estaba en su fase final al alcanzar el Don, ordenó al VI Ejército tomar Stalingrado ordenando al grupo de ejércitos de List proseguir rumbo al Cáucaso. La decisión de Hitler estaba mal tomada pues había confiado prematuramente en el derrumbe del Ejército Rojo, lo cual estaba muy lejos de ser real. Hitler se había excedido en subestimar al enemigo.

 

El VI ejército desprovisto de unidades mecanizadas de consistencia iba flanqueado por ejércitos de varias nacionalidades, rumanos, italianos, húngaros. Este era el talón de Aquiles de Paulus.

 

El 23 de agosto, Stalingrado recibió su primer bombardeo usando el Heinkel 111 y Stukas, se lanzaron 1.000 toneladas de bombas y se perdieron tan solo tres aeroplanos. Murieron no menos de 5.000 personas ese día. El avance alemán por tierra procedía desde Gumrak y lo hacía de manera brutal y arrolladora.

 

El 29 de agosto, cuando las primeras líneas alemanas aparecían ya en el horizonte de Stalingrado llegó a Stalingrado Zhukov, que recientemente había sido nombrado Vicecomandante en Jefe. Convergían sobre Stalingrado, por el sur, las 29º y 14º divisiones motorizadas, por el Oeste venían las 24º, la 94ª, 71º,76ª y 295ª divisiones de infantería blindada. Por el norte y hacia el centro de la ciudad, la 100ª división de cazadores, las 389º y 60ª divisiones de infantería motorizada. Defendía la ciudad en ese momento solo unos 40.000 soldados contra 400.000 alemanes.

 

Los primeros tanques alemanes llegaron a los suburbios el 1 de septiembre. Stalin, que instaba a Zhukov a salirles al camino e interceptar dichas fuerzas enemigas, replicaba:

 

«-¿No entienden que si entregan Stalingrado, el sur del país quedara separado del centro, y probablemente no podremos defenderlo, además de perder nuestra principal vía fluvial, no solo es una catástrofe para Stalingrado si no para el país, dado que se perderá el petróleo también?».

 

Se lanzó una contraofensiva que logró aliviar en parte la situación respecto del norte de la ciudad, la orden de Zhukov era terminante: «¡No entreguéis Stalingrado!».

 

La ciudad-osario

El 7 de septiembre las fuerzas alemanas atenazaron Stalingrado. Hitler que no había deseado la guerra de guerrillas en Moscú ahora bramaba por la conquista de la ciudad, eso implicaba la guerra calle a calle, casa por casa, el tipo de combate para lo cual la Wehrmacht no estaba preparada. La toma del Cáucaso había fallado a manos del mariscal de campo List, y por tanto quedaba tomar la ciudad como una forma simbólica de ocultar la carencia estratégica de los pozos petroleros, si lograba conquistarla abriría de nuevo la puerta a esa riqueza.

 

El 12 de septiembre, Zhukov destituyó deshonrosamente al comandante a cargo de las defensas de Stalingrado, Alexander Lopatin por demostrar cobardía ante el enemigo al no poder contenerlo con su 62º división y fue reemplazado por el granítico e inflexible general Vassili Chuikov, un hombre despiadado, brutal, eficiente.

 

Cuando llegó Chuikov al escenario dantesco, Yeremenko y Krushev le preguntaron: «-¿Cuál es el objetivo de su misión, camarada?» «-Defender la ciudad o morir en el intento» contestó firmemente Chuikov. Yeremenko observó a Krushev y tuvo la certeza de que Chuikov había entendido perfectamente lo que se esperaba de él.

 

El nuevo comandante reforzó las defensas antiaéreas de la ciudad y asimismo fortificó aquellos lugares donde se pudiera contener al enemigo, en especial la colina de Mamaev Kurgan y el barranco de Tsaritsa. Además fomentó el despliegue de francotiradores, el más mediático y famoso sería Vasili Záitsev, entre otros.

 

El 14 de setiembre, la 71ª división alemana ingresó a Stalingrado prensentando un frente de 3 km. El objetivo era atravesar la ciudad y apoderarse lo antes posible de la ribera oriental del Volga. Sin embargo, los alemanes empezaron a ser frenados en su embestida por la acción de Katiushas y francotiradores, las bajas alemanas comenzaron a ser graves, aun así se logró llegar a la plaza central de la ciudad.

 

Desde ahí, una división escogida de soldados alemanes capturaron la «Casa de los Especialistas» donde se hicieron fuertes y comenzaran a disparar contra las lanchas que iban y venían trayendo soldados. Las bajas alemanas comenzaron a ser elevadas ya que el landser alemán no estaba entrenado para combatir en las calles, que es la lucha más dura entre todas las formas de combate, caían abatidos por francotiradores o trampas-bobo.

 

Las bajas alemanas entre el primer y segundo día de combate sumaron 2.500 efectivos, contra 6.000 soldados soviéticos; para los rusos la pérdida era terrorífica: casi 3.000 soldados morían por día.

 

Chuikov aplicó la brutal práctica del uno por uno donde se enviaba a un soldado con fusil y otro detrás para reemplazarlo, la idea de esta brutal forma era encauzar a las tropas nazis para ser batidas por la artillería. Los alemanes usaron también a los civiles como escudo antichoque o para recoger a los soldados y oficiales alemanes muertos. En este escenario dantesco también se verificó la política antisemítica alemana, la Feldgendarmerie había estado capturando judíos y haciendo cautivos a civiles que fueran aptos para el trabajo, se ejecutaron unos 3.000 civiles judíos, entre ellos niños, por parte de los Sonderkommandos y unos 60.000 fueron enviados a Alemania para trabajos forzados.

 

Las tropas nazis pasaron a la ocupación de una ciudad casi totalmente destruida y con graves problemas de abastecimiento. Sin embargo, lo que debiera haber sido un auténtico paseo militar se convirtió en la mayor y más empecinada carnicería de todo el frente oriental de la Alemania nazi.

 

Pese a que la iniciativa, la razón de bajas enemigas per capita y los mejores medios técnicos correspondían a las tropas alemanas, el ejército nazi tuvo grandes dificultades en conquistar una ciudad que, al haber sido salvajemente bombardeada, constaba de condiciones ideales para una defensa calle por calle.

 

La conquista del monte Mamaev Kurgan al centro de la ciudad se convirtió en una enconada lucha en que las banderas de ambos bandos ondearon alternadamente, los alemanes desplegaron todo un sistema de altavoces incitando a la deserción de los rusos, muchos se pasaron y se convirtieron en hiwis y muchos soldados rusos también fueron fusilados por acción u omisión frente a la deserción.

 

Las medidas impuestas por Chuikov eran maquiavélicas, sin consideración por la vida humana, se enviaron a la fuerza a miles de soldados para apoderarse de las trincheras alemanas con una carnicería como resultado, la vida del soldado ruso era desechable; sin embargo, a ese tremendo costo se logró frenar y desgastar el ímpetu alemán. Pronto la ciudad se cubrió de una atmósfera repulsiva y pútrida, los cadáveres se descomponían bajo los escombros, la pestilencia y las enfermedades pronto se hicieron sentir.

 

Edificios medio destruidos y fachadas destrozadas hacían de Stalingrado una ciudad fácil de defender por los rusos. A pesar de ello, las tropas alemanas lograron penetrar en la ciudad o lo que quedaba de ella y conquistarla en un 90%, si bien nunca se hicieron completamente con el total, puesto que los muelles no pudieron ser alcanzados. Batallones y brigadas alemanas que intentaron llegar a los muelles fueron prácticamente aniquiladas al 50% de sus efectivos, estuvieron los alemanes a un paso de llegar a los embarcaderos atestados de civiles. Los cañones de 88 mm, los Stukas y la artillería alemana competían en hundir las barcazas que traían soldados del otro lado del Volga, el mar Caspio empezó a recibir cadáveres.

 

Los alemanes reclutaron civiles especialmente niños para la búsqueda de agua e información, cuando la oficialidad rusa se dio cuenta del hecho se dio instrucciones a los soldados de matar a estos infantes colaboracionistas.

 

Para octubre, los alemanes no habían conquistado la totalidad de la ciudad, pero si ya llevaban ocupada el 80% de ella. En ese octubre, los alemanes capturaron las fábricas de tractores Octubre Rojo y de cañones Barricady, las bajas rusas se incrementaron a razón de 4.000 soldados diarios. Los heridos rusos se arrastraban a la orilla del Volga con la efímera esperanza de poder ser auxiliados, miles murieron congelados. Lo que los rusos no podían notar era que los alemanes estaban al borde de su capacidad ofensiva, de hecho no tenían las suficientes fuerzas para conquistar la ciudad, pues la línea de abastecimientos era insuficiente.

Los Sonderkommandos se retiraron de Stalingrado el 15 de septiembre, cuando ya habían matado a casi 4.000 civiles.

 

La Operación Urano

Para octubre, Hitler y sus comandantes cayeron en la cuenta de que no podrían tomar la ciudad en otoño. El invierno se aproximaba, por tanto se hicieron todos los arreglos para pasar allí el más crudo de los inviernos, en recuerdo del terrible invierno anterior. Para fines de octubre se dejaron sentir las enfermedades en el soldado alemán: paratifoidea, tifus, disentería, empezaron a hacer estragos.

A fines de octubre los alemanes se enteraron por medio de prisioneros de que los rusos preparaban una gigantesca contraofensiva. Ellos mismos habían notado los movimientos en sus flancos. Para protegerse, Paulus había levantado una barrera en su flanco izquierdo para prevenir los ataques procedentes por el norte, sirviéndose de las unidades rumanas, italianas y húngaras.

 

En efecto, el alto mando soviético preparaba una gran ofensiva dirigida a esos flancos y se estaba acumulando fuerzas superiores a 200.000 hombres, es decir, 200 divisiones siberianas, además de tanques y cañones procedentes de Moscú.

 

Llegó el invierno con sus nevadas y la ciudad quedó sumida en un manto blanco con temperaturas que rondaban los -18 °C. Los combates callejeros cesaron casi por completo durante la noche.

 

De noche, los grupos enfrentados hacían señales de tregua temporales con banderas que asomaban en los orificios de las ruinas. Y se permitía tácitamente retirar algunos caídos en la tierra de nadie, y además se realizó un intercambio no oficial de abastos entre pequeños grupos de ambos bandos, realizado muy a escondidas en treguas concertadas espontáneamente. De ser sorprendidos por la oficialidad, la ejecución era inmediata por confraternizar con el enemigo. De día, la lucha se reanudaba.

 

El 19 de noviembre de 1942, los 3.500 cañones rusos comenzaron a machacar despiadadamente las líneas enemigas más débiles entre Serafimovih y Klestkaya, entre la nieve y la bruma mortecina del paisaje. Al son de trompetas, los obuses y Katiushas se dejaron caer en el sector rumano. Después de una hora de martilleo, los batallones de fusileros avanzaron sobre las filas de rumanos e italianos. Los rumanos del II y IV Cuerpos pudieron contener bravamente las primeras oleadas de atacantes y luego fueron arrasados por tanques T-34 hacia el mediodía. Cuando los fortines fueron demolidos, los rumanos echaron a correr por la planicie blanca, siendo perseguidos por las oleadas siberianas. Los Stukas acudieron al lugar del desastre y ya nada se pudo hacer, salvo ametrallar a los fusileros rusos. El desastre era total, el VIº Ejército de Paulus quedó encerrado en Stalingrado con unos 250.000 hombres y sin suministros mayores.

 

Der Kessel

El OKW alemán ordenó retirar el grueso del VI Ejército desde Stalingrado por el sudoeste hacia el Don, y así evitar el encierro, aun podía hacerse ya que había brechas importantes que aun no estaban cerradas, pero Hitler clavó literalmente a Paulus y sus hombres con una contraorden directa, y tuvieron que devolverse en una penosa reinversión de sus pasos. Hitler prometió abastecimiento desde el aire, lo que exasperó a Von Richtofen pues el tiempo encapotado impedía volar a los aviones. En estas condiciones Paulus radió un mensaje directo a Hitler:

 

«Mi Führer: se nos agotan las municiones y el combustible. Abastecimiento suficiente y oportuno es imposible. En estas circunstancias, solicito plena libertad de acción. Paulus».

 

Las tenazas soviéticas se cerraron en menos de 96 horas de lucha, para el 24 de noviembre ya era imposible fugarse de Stalingrado.

La división 94º al mando del general Walter von Seydlizt, al ver que Paulus carecía de iniciativa ordenó a su tropa evacuar su sector y forzar el bloqueo, esperaba que las demás divisiones le siguieran en su retirada no autorizada. Apenas dejó su posición le cayó encima el 62º Ejército soviético y fueron aniquilados sin contemplaciones, no hubo prisioneros.

 

Goering prometió abastecer al Kessel con 500 toneladas diarias de pertrechos, pero apenas logró 130 toneladas en tres días de operaciones a horizonte raso y en medio de tempestades de nieve.

 

Hitler, obsesionado, dijo a von Richtofen: «Si Paulus sale de Stalingrado, jamás volveremos a tomar la plaza».

 

Para principios de diciembre, se empezaron a verificar las primeras bajas por inanición. A pesar de todo, los alemanes trataron de conservar la disciplina y la organización funcionó regularmente.

 

Stalingrado se convirtió en un caldero blanquecino (Der Kessel) donde sin agua, alimentos y atacados por las epidemias y en medio del pútrido olor a descomposición, los alemanes se aprestaron a sufrir un indefinido asedio en medio de las mayores penurias. Hitler nombró a Paulus, Mariscal de Campo, ya que ningún mariscal alemán se había rendido en la historia militar alemana y esperaba que Paulus no le fallara sin antes entregar su vida.

 

De este modo, unos 250.000 soldados quedaron atrapados en una bolsa con la orden, por parte de Hitler, de no retroceder ni rendirse. Pese a que Göring, mariscal del aire y jefe supremo de la Luftwaffe, prometió abastecer a las tropas desde el aire, la llegada de recursos a las tropas alemanas fue casi imposible y apenas se realizaron algunos vuelos. Solo un aeródromo quedaba disponible, en Pitomnik, y algunos Junker 52 llegaron con abastecimientos y de vuelta, empezaron a evacuar heridos, los pocos aviones no daban abasto y los afortunados que podían subir escapaban del infierno, los heridos colgaban de las puertas y algunos desesperados se aventuraban en las alas, ninguno llegó a salvo.

 

Además unos diez mil civiles rusos quedaron atrapados en la bolsa también, de los cuales nunca se volvió a tener noticia.

 

La rendición del Mariscal

En diciembre, los soldados alemanes encerrados tuvieron una leve esperanza, Manstein venía en su auxilio. Manstein con su 5º Ejército intacto, planeó la Operación Tormenta de Invierno que incluía dos amplias operaciones con un punto de partida diferente. Una vendría de Chir y la otra de Kotelnikovo, a 160 km de Stalingrado.

 

La ofensiva empezó el 12 de diciembre y el día 16, cuando estaban a apenas unos 50 km, fue detenida misteriosamente por una orden de Hitler, la detención significó que los soviéticos le atacaran con todo y lo hicieron retroceder 200 km. Para empeorar las cosas el aeródromo de Tsasinskaia, el principal de los Ju-52 para reaprovisionamiento cayó en poder ruso. Los repetidos intentos ulteriores de romper la bolsa del exterior (von Manstein) fueron todos igualmente infructuosos.

 

El 18 de diciembre Paulus inspeccionó su frente y comprobó que la moral combativa y el estado físico general de sus hombres lentamente se desintegraba. Se impuso un riguroso racionamiento para intentar pasar el invierno. Paulus quien era admirador incondicional de Hitler, se dio cuenta que para el Führer el VI Ejército o lo que quedara de él era poco menos que una pieza sacrificable en el juego de la guerra, la vida de los soldados no tenía la menor importancia para él.

 

El 25 de diciembre, en el Kessel, murieron 1.280 soldados de frío y de hambre. Para el año nuevo, los rusos montaron una serie de cocinas y realizaron fiestas en la orilla sur del Volga con el doble objetivo de celebrar el año y mortificar a los alemanes encerrados.

El 8 de enero los soviéticos realizaron un estrechamiento del perímetro y capturaron el único aeródromo que servía de conexión con el mundo exterior, Pitomnik, los alemanes tuvieron que reconstruir el de Gumrak gravemente dañado por ellos mismos para poder seguir recibiendo noticias. Las penurias se multiplicaron en el VI Ejército, las epidemias diezmaban los soldados, la disciplina ya no existía y el hambre era tan atroz que los alemanes sacrificaron perros y ratas para poder comérselos.

 

El 28 de enero Paulus trasladó el cuartel general hacia los sótanos del Univermag y allí se hacinaron unos 3.000 heridos de diversa consideración, enfermos de tifus, paratifoidea y disentería, a aquellos casos graves o que requerían cirugía prolongada eran colocados afuera para que murieran de frío. Pronto se hizo un muro de 2 metros de alto que rodeaba el edificio, los ladrillos del muro eran cadáveres.

 

Un aviso le llegó el 30 de enero de parte de Hitler a Paulus, le sugería que se suicidara ya lo había nombrado «Mariscal de Campo» y bajo las órdenes de Hitler ningún Mariscal se podría entregar vivo al enemigo. Un tanque ruso se acercó al cuartel general de Paulus, en el venía un intérprete que había sido enviado por Paulus. Paulus se rendía con 250.000 soldados aun en condiciones de combatir, los 3.000 heridos del Univermag fueron rematados por los rusos.

 

El primer mariscal alemán de la historia tuvo que capitular, desobedeciendo así a Hitler, atenazado por las tropas soviéticas, el frío polar de la estepa rusa, para el que sus tropas no tenían material suficiente, y la falta de alimentos.

 

Consecuencias de la rendición

Unos 500.000 prisioneros sumados entre alemanes y aliados partieron a Siberia y una parte de ellos para reconstruir la ciudad, no sin antes sacar los cadáveres alemanes para ser incendiados en una pira en las afueras . Unos 400.000 prisioneros murieron en los meses siguientes en muchos casos de hambre. Otros 25.000 se quedaron para reconstruir la ciudad, no más de 10.000 sobrevivieron. Los desdichados rusos y ucranianos que lucharon al lado de los alemanes, unos 50 mil al inicio de la batalla, fueron ejecutados inmediatamente. Las penurias padecidas por los soldados del eje vencidos son inenarrables.

 

Las consecuencias de esta catástrofe nazi fueron inmensas y de gran alcance. Por primera vez, Alemania perdía la iniciativa de la guerra y tenía que colocarse a la defensiva. Alemania ya no podría avanzar más hacia el este. Después de esta batalla la Unión Soviética surgió engrandecida y con la iniciativa de la guerra que la asolaba en las manos de sus líderes.

 

Además, Alemania perdió todo el VI Ejército e incontables recursos mecánicos que no se pudieron reemplazar con la misma facilidad con que la U.R.S.S. podía con sus propias bajas (aún más terribles incluso que las alemanas).

 

Los rusos, aparte de recibir una ciudad derruida al 99%. tenían dos millones de civiles muertos, sacrificados por Stalin, y más de 750.000 bajas en soldados. De estos, 13.000 habían muerto ejecutados por sus propios compatriotas, acusados de cobardía, deserción, colaboracionismo, etc.

 

Paulus sobrevivió a la guerra y volvió a Alemania en 1952. Zhukov reclamó para sí el éxito de Stalingrado, pero se le concedieron todos los créditos a Vassili Chuikov, que fue ascendido a capitán general, a cargo de un ejército que marcharía luego a Berlín.


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