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Como en la mayoría de los pueblos en épocas primitivas, las costumbres mapuches establecieron una relación directa entre la capacidad económica y la familia que se posee.

Según el uso común, el novio debe hacer algunos regalos a la familia de la novia que ha elegido y la aceptación de estos regalos constituye el primer indicio de la aprobación del futuro casamiento.

En el momento de la boda, también el padre de la novia carga a ésta de regalos para que inicie su vida conyugal con un buen patrimonio.

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La Tercera

Era frecuente que el hombre tuviera varias mujeres, tantas como pudiera conquistar y mantener. Ello tenía relación con una necesidad práctica: cultivar un predio mayor y cuidar muchos más animales domésticos de los que un indigena puede poseer hoy.

Ahora, la pobreza que afecta a los araucanos, la falta de tierras y la imposición de un patrón cultural occidental, acompañado del cristianismo, han convertido a la mayoría de los mapuches en monógamos.

Costumbres mapuches y nuevo hogar

En las familias mapuches, cuando el joven mapuche se casa y lleva a su esposa al predio paternal, tiene que construir una casa para ella. Todos sus parientes le ayudan y él les agradece con agasajos. Esta actividad constituye una verdadera ceremonia que dura varios días y que recibe el nombre de rukatún.

La casa mapuche o ruka es una expresión del conocimiento y adaptación de este pueblo a su medio ambiente. Sus constructores levantan una firme estructura de madera capaz de soportar los fuertes vientos de la zona.

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Museo mapuche de Cañete

Luego, la armazón es cubierta con varias capas de paja, material que es un buen aislante térmico y que, por lo tanto, impide que penetre el frío invernal o las temperaturas más elevadas del verano. Además, es un buen protector de la lluvia, pues permite su fácil escurrimiento.

Cuando la casa está terminada y en ella se instala la nueva esposa, lo primero que hace es ubicar su fogón o kutral, centro de la actividad hogareña.