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Entre las tantas virtudes de la música, se cuenta la de provocarnos sensaciones que nos hacen cambiar nuestro estado de ánimo. Este hecho no ha pasado desapercibido a los investigadores, y hoy día son múltiples los usos que se le da a los sonidos musicales.

La musicoterapia emplea los sonidos y las cualidades musicales en tratamientos psicológicos que ayudan a superar problemas como la dislexia, la falta de atención y de concentración e incluso la elevación de la autoestima (sentirse bien con uno mismo). Las formas que utilizan psicólogos y terapeutas consisten principalmente en hacer que los pacientes escuchen música y realicen ejercicios rítmico-melódicos que ayudan a superar dificultades.

También en la rehabilitación de discapacitados los sonidos musicales han aportado mejores resultados, a través de la motivación que despiertan los diferentes ritmos y formas musicales en los pacientes. Existen casos de niños con parálisis cerebral que reaccionan ante estímulos musicales determinados, mostrando agrado y preferencia por ciertas melodías.

Un caso ejemplar es el coro de niños y jóvenes sordomudos que existe en nuestro país. Resulta muy emocionante darse cuenta de cómo, a través de la sensibilidad que encuentran en otros sentidos que no son los auditivos, estas personas pueden cantar y seguir una canción sin mayores dificultades, y expresar sentimientos profundos a través del movimiento.

Efecto Mozart

En Francia, el Dr. Tomatis comenzó a utilizar música de Mozart en sus tratamientos y terapias, argumentando que la audición de algunas obras del compositor austriaco provocaban ciertos estados de equilibrio en la mente, y que la repetición de este proceso podía mejorar determinadas conductas humanas referidas a confusiones o inseguridades. Esta terapia es conocida hoy en todo el mundo como el «Efecto Mozart».

Otros ejemplos

En Japón existe discografía para acompañar la realización de las más diversas actividades. Por ejemplo, existe música para dormirse, para levantarse con ánimo, para superar el estrés, para una buena digestión, para conducir el automóvil, etcétera.
Sin duda que la música es una fuente inagotable de sensaciones, enriquece nuestro espíritu y nos hace sensibles a lo hermoso que es vivir.

Terapia que libera

La músicoterapia propone una armonización, a través de pauta y ritmos precisos donde la persona aprende a escuchar. Es entonces cuando se produce el gusto por lo que no es monótono. La música nos obliga a hacer sutiles nuestras resonancias y las frecuencias de emisión para estar en equilibrio con el resto del mundo y así elevar nuestra calidad de vida. Para lograr este objetivo, la musicoterapia tiene que ser interpretada por instrumentos naturales y autóctonos, fabricados con maderas de distintos árboles, cuero y pelo de animales. El propósito es establecer un diálogo desde la naturaleza hacia el ser humano. Es así como el sonido del agua es el que más se utiliza, debido a que representa el 70 por ciento del peso del cuerpo.

Esta práctica se complementa con la realización de algunos movimientos simples que no requieren de gran destreza física y que justamente están pensados para que cualquiera pueda ejecutarlos.

La vibración del sonido nos incita a movernos y a iniciar el viaje a nuestra parte sutil. A medida que se inician las danzas todas las tensiones y bloqueos que se van acumulando en nuestro organismo producto de las frustraciones y enojos de nuestra vida, se van neutralizando y terminan por desaparecer.

Las coreografías ayudan a que el cuerpo vuelva a su centro y se reorganice. A través de movimientos coordinados de cabeza y cuello, la tensión de los músculos se libera y permite que la energía del cuerpo fluya.

En muchas avícolas e invernaderos se emplea música de fondo para aumentar la producción. Se dice que las plantas y los animales se tranquilizan y reaccionan de buena manera ante los estímulos musicales.

Herencia de Oriente

La musicaterapia fue aplicada hace cientos de años por los chamanes del Asia Central. A través de la danza, el elemento principal de la musicoterapia, el chamán se abría al conocimiento universal y podía detectar las dolencias del alma enferma.

Posteriormente la musicoterapia se desarrolló como sistema de diagnóstico y tratamiento para algunas enfermedades siquiátricas en Anatolia (hoy Turquía) durante el Imperio Otomano. En el siglo X los efectos saludables de la música fueron divulgados a través de la obra del científico turco Ibn Sina.

Los conocimientos de este investigador se divulgaron en nuestra época gracias a la obra del médico turco Rahmi Oruc Guvenc, quien a fines de la década de los ochenta habilitó el Centro de Estudios de Etnomusicología y Musicoterapia dentro del hospital siquiátrico Cerraphasa de la Universidad de Estambul.

El sonido de más de doscientos instrumentos étnicos sirve de tratamiento para enfermedades como el autismo infantil, las crisis de pánico, ansiedad, tensiones y dolencias musculares.

Al respecto el doctor Guvenc explica que hay varios puntos en el cerebro humano que gobiernan sensaciones. «Cuando los estímulos de los sonidos musicales tocan puntos específicos de la zona cerebral y el sistema límbico, los efectos son inmediatos y sorprendentes».

El experto turco asistió en Chile la semana pasada al seminario de musicoterapia oriental, con el objeto de difundir esta disciplina en nuestro país.

Música en la naturaleza

En muchas avícolas e invernaderos se emplea música de fondo para aumentar la producción. Se dice que las plantas y los animales se tranquilizan y reaccionan de buena manera ante los estímulos musicales.


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